ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC, 23 de julio de 2013
 
El aparato municipal
 
Hablé el otro día del Aparato del Régimen de Andalucía, vulgo Junta, y dije que funcionaba por sí solo, como la escoba del aprendiz de brujo, pero tirando el dinero y colocando paniaguados si hay que colocar. Los aparatos del poder funcionan por sí solos. ¿Cómo va a funcionar, si no, la Consejería de Presidencia, teniendo al frente a la chica que decía Chamizo con las de un miura, antes de que, por cierto, el aparato se lo llevara por delante y lo despegara del loctite que lo tenía adherido a su cairota cargo de la calle Reyes Católicos?

Yo tenía un amigo que era muy aficionado a la música y que llegó a creerse Von Karajan. Llegábamos a su casa y nos decía:

-- ¿Tú me has visto dirigir la Quinta de Beethoven?

-- No, ni La Quinta de Alvaro Martínez Conradi.

-- Pues ahora me vais a ver.

Y sacaba de la estantería de los discos una grabación de la Deutsche Grammophon con su sellito amarillo. Y ponía en el tocadiscos la grabación de Von Karajan dirigiendo la Filarmónica de Berlín. Y sacando de un rincón el palillo de comer que se trajo de un restaurante japonés, lo cogía a modo de batuta y nos decía:

-- Ahora veréis...

Y le daba a la tecla de reproducción, y cuando aquello empezaba a sonar, como si estuviera en el podio de Pedro Halffter en el Teatro de la Maestranza (de Artillería), se ponía a dirigir el sonido con su batuta de mentirijillas y sus gestos. Y tan entusiasmado estaba con los compases del tatatachán, que no se le podía hablar. Se creía que si dejaba un solo instante el dale que te pego del palillo del restaurante de tataki y tempura, aquello iba a dejar de sonar bien e iba a desafinar como Los Incansables de Torreblanca. Pero el caso es que, llegado un momento, el amigo se cansaba ya de hacer el Von Karajan (y el carajote) y se ponía a hablar con nosotros. Pero la orquesta seguía sonando. Y el tatachán, dale que te pego. Aunque él no lo dirigiese.

Así pienso que es el aparato del poder, su burocracia, la maraña de España en las instituciones públicas. Como mi amigo el carajote al creerse Von Karajan. Creen los presidentes, los ministros, los subsecretarios, los consejeros, los concejales, los alcaldes, que son ellos los que mandan. Lo dudo. El aparato del poder se manda a sí mismo, sin necesidad de nadie que lo mande. Como el disco de la Filarmónica de Berlín. La burocracia funciona por sí sola, como una malvada escoba del aprendiz de brujo. Los funcionarios, como su mismo nombre indica, funcionan automáticamente. Son el piloto automático del poder que lleva a cabo la gestión administrativa a su implacable velocidad de crucero.

El bueno de Demetrio Cabello se tuvo que ir de la Delegación de Tráfico (me niego a decir Movilidad) sin poder llevar a la práctica su idea de sentido común de devolver los dos sentidos de la circulación a la Ronda y a Eduardo Dato. ¿Por qué no lo hizo, si lo tenía claro? Ah, porque se lo impedía el aparato. El aparato municipal, tan implacable y tozudo como el de la Junta (pero sin ERE y sin Canal Sursana), con su misma red de intereses y con la corte de pijoflautas que rodea a Zoido, "Borja, que te llama Juan Ignacio".

Veo disparatones municipales como lo que se anuncia de gastarnos 900.000 euros (150 millones de pesetas) en dos años de iluminación navideña. O el dispendio de la innecesaria reordenación de los alrededores del Arco de la Macarena o del Lope de Vega. Pienso que no es culpa de Zoido. ¿Cuánto ha tardado en poder quitar las farolas horribles de la Plaza del Pan, como anunció? Zoido a veces no es capaz de frenar la inercia del aparato, la velocidad en tonterías y mamarrachadas...¡y en deudas! que trae de cuando Monteseirín. Zoido le pasa como a mi amigo el carajote de Von Karajan. Coge el bastón de mando y se cree que está gobernando Sevilla. Pero en el Ayuntamiento quien manda de verdad es el propio Aparato, el costoso e implacable Aparato Municipal

 

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