ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC,  16 de octubre de 2013
 
Doscientos Rocíos
 
 
Mide el tiempo Triana con un reloj de arena. Arenas de la
Raya, arena de las coplas, arenas de una aldea de chozos y
cañizos, adonde marchan lentos camiones de batea, adornados con
palmas en los viejos corrales de la calle Castilla, de Fabié, de
la Cava, cantando sevillanas con el vino de Umbrete por caminos
que entonces no había carretera ni más luz en la aldea que el
brillo de la Virgen. O quizás es clepsidra donde el agua del río,
un río de cucaña y de sirga y de muelle, de barcos areneros y de
flechas navales, falúa y cigarreras, tranvías por el puente, la
va marcando siempre al modo trianero estos años que pasan en
forma de Rocìos.
Y en arena o en agua, ese reloj me ha dicho que ahora cumple
Triana sus doscientos Rocìos. Los niños cumplen años, cumplen
siglos las piedras, milenios las ciudades...y Triana, Rocíos.
Quiero decir Triana al modo marismeño que le llama Triana a las
viejas soleras de la hermandad que un día le naciera en la Cava y
con agua del Quema un cura bautizara y le puso este nombre de
Arrabal y de Guarda, porque guarda, señores, a la Blanca Paloma
su verde Simpecado en calle Evangelista. Quiero decir Triana.
Quiero decir Astolfi. Quiero decir Murillo o quiero decir
Sierpes, y Rosales, y Alonso, y Adorna y Guardiola. Y escucho por
la calle, porque ya es primavera, tamboriles y gaitas que rifan
por Sevilla el garbo cartujano de una jaca alazana, repicando sus
cascos adoquines de gracia, y cohetes que estallan porque hoy en
San Jacinto predica la novena el Padre Bienvenido y desde
Castilleja ha venido a rezarle al viejo Simpecado de sueños y
promesas Bernardo el anticuario, el hermano de Diego, que Los
Reyes esperan y pintan de celeste los zócalos queridos de esa
calle que llaman Real los chorreones; chorrea señorío, como el
río y el campo, los cortijos y haciendas, cuando pasa Triana.
Caminos de cigüeñas, de Gelo y cancelines, Andalucía toda, cuando
llega Triana, cuando pasa Triana camino del Rocío e inaugura la
plata que lleva al Simpecado la alegría tartésica que llaman
primavera.
Fue obra de Triana que el Rocío llegara a lejanos confines,
arropado en su fama. El cine y las novelas tal nombre le pusieron
a la fe rociera que tienen nuestros pueblos. La Virgen del Rocío
dicen que entró en Triana y el alba parecía narrándola en su
libro aquel gallego serio que Lugín se llamaba y contó al mundo
entero que en Triana se reza cantándole a la Virgen que vive en
La Rocina. Y fue luego que el cine, con Juana y con Cifesa, según
Triana puso en "La Blanca Paloma" romerías antiguas de cañera y
promesa por todas las pantallas de tardes elegantes y en paredes
de pueblo de cines de verano con su salamanquesa más clásica que
el No-Do.
Y cuando coronaron a La que está en Almonte, y le escribió
sus coplas de vela y de rosario Pabón, el de Gallito, con su
pluma de oro, ya Triana fue entonces pregonera ante el mundo. A
aquel Rocío iban muchachas trianeras. Sevilla las veía marchar en
sus carretas, repicando Triana en palillos y cintas, y el cajón
ya no era aquel del Simpecado, que carreta de plata aseguran las
coplas llevan los trianeros. Aunque llueva o ventee, diluvie o
haga frío, así un año tras otro, el nombre de Sevilla se
encarnaba en Triana.
Tan antigua es Triana que vio nacer al puente, y a la Blanca
Paloma rezaba aquella tarde en que dicen que vino la Reina a
inaugurarlo, con peina por corona y un mantón de Manila que
arrastraba sus flecos llegando al Altozano. Tan antigua es Triana
que hasta Justa y Rufina creo yo que carreta montaban en su casa
y a aquellas alfareras de calle Alfarería convidaban con ellas a
venir al Rocío. Tan antigua es Triana que cuando ahora le
escribo, sombrero de ala ancha lleva Carlos Astolfi. Y en una
casa guardan el viejo Simpecado. Y están las estanqueras de calle
San Jacinto. Y coplas nuevas cantan esos Hermanos Reyes con
versos inmortales de Manolo Pareja. Y todo es como entonces,
porque el tiempo no pasa. Mide el tiempo Triana con un reloj de
arena. Arena de la Raya que en vez de marcar años va marcando
Rocìos, llevando al universo la devoción de un nombre que está su
Simpecado de terciopelo verde de Esperanza y Pureza. De la Blanca
Paloma.

 

 

 

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