ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 
ABC,  3 de noviembre de 2013
 
Morir en Madrid
 
    
Perdonen que escriba de muertos. Tengan en cuenta que lo hago el Día de los Difuntos. No sé si estas letras han quedado impregnadas del olor a crisantemos que dice el arzobispo de Toledo que debe haber, y no la mamarrachada del Jálogüin, que me hace mucha gracia. Los mismos que largan contra los Estados Unidos son los que más fervientemente siguen la moda norteamericana de este Carnaval de los Muertos que borra nuestra cultura y nuestras creencias religiosas.
Y si escribo en el Día de los Difuntos este artículo que saldrá el domingo, y es costumbre hacerlo de los muertos, ¿qué mejor que sobre el más reciente de los nuestros ilustres? Me refiero a Manolo Escobar. De quien en su momento no hice el elogio fúnebre; no me gustan las bullas periodísticas "corpore insupulto", cuando todos van a dar la cabezada al tanatorio de la actualidad. Hago el elogio de Escobar ahora, y por un lado que nadie ha hecho: por el de su inmenso repertorio. Manolo Escobar lo cantaba todo y lo cantó todo. Tú le dabas a Manolo Escobar la letra G de la guía de teléfonos de Almería, donde sus mujeres son flores, y era capaz de metértela a compás de pasodoble, de rumba o de lo que le pidieras, solo o en compañía de otros, de sus hermanos y sus guitarras.
Descubrí que, mejor o peor, Escobar lo cantaba todo cuando andaba documentando mi novela "Las lágrimas de San Pedro", que transcurre en buena parte en la Batalla de Peñarroya de nuestra guerra, de comienzos de 1939. Estaba en línea el Tercio de Requetés la Virgen de los Reyes cuando las tropas republicanas del general Escobar rompieron el frente, en un intento final y desesperado de cortar en dos la zona nacional, llegando hasta la raya de Portugal. Pero los requetés sevillanos aguantaron la ofensiva. Para animarlos, el comandante Redondo ideó llevar a primera línea a la banda de música, para elevar la moral de la tropa. El poeta Rafael Montesinos, que era requeté voluntario en aquella ensalada de tiros en la que ganó la Medalla Militar Colectiva, me contó lo que tocaba la banda del Requeté en pleno frente y lo que más jaleaban. No era "Mi jaca". Era "Mi barco velero", de corte musical parecido y coetánea. Una canción andaluza con su golpe de bombo y su chimpún reglamentario en el estribillo: "Mi barco velero, mi barco velero,/como una paloma blanca/cruza el mar, siempre ligero". Para imaginar cómo sonaba el frente de Peñarroya en la Sierra Tejonera defendida por los requetés sevillanos, me puse a buscar aquella ya rara canción de época, "Mi barco velero".¿Y saben dónde la hallé? ¿Pues dónde va a ser? En un disco de Manolo Escobar. La había grabado Escobar, colombroño del general republicano. Manolo Escobar lo grabó todo. Es estrictamente verdad su topicazo fúnebre. El charnego de Almería le puso la banda sonora a la Historia Contemporánea de España. A la Batalla de Peñarroya, por lo menos se la puso.
Pero resulta que este gran Manolo Escobar de España no está completamente muerto. ¿Saben por qué? Porque no murió en Madrid. Manolo Escobar murió en Benidorm, y morirse en Benidorm es como morirse en agosto, que nadie va a tu entierro. Escobar fue velado en Benidorm y dicen que fueron a darle el último adiós al menos 8.000 personas. Pero no se cumplió, ay, el ritual madrileño del artista famoso. Su hija Vanessa lo recordaba ayer en ABC: "Me imagino que si hubiera muerto en Madrid tal vez la gente hubiera estado tres días visitando la capilla ardiente..." Y me entero con estupefacción que gracias a la sensatez germana de Anita Marx, su mujer, el cadáver del cantante no fue llevado a Madrid me imagino que para el rito de la capilla ardiente en la Sociedad de Autores o el Teatro Español. A pesar del derroche de las 17 autonomías llevamos el centralismo en la masa de la sangre. Si eres famoso y no ponen tu capilla ardiente en Madrid, no eres nadie: tienes que rendir ese tributo al centralismo cultural. Como si tuvieras que confirmar en Madrid la alternativa de la muerte si La Canina, como a Manolo Escobar, te la da en una plaza de provincias.

 

 

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