Al que no le pega, por eufonía, la santidad por delante de su nombre. Le pasa como a la santa que beatificó en Sevilla otro de los dos Juanes que hoy ganan la liguilla de ascenso a los altares, a Sor Angela de la Cruz. Aunque tengo devoción a su figura y admiración a su obra, a Santa Angela de la Cruz la sigo llamando Sor Ángela. Santa Angela me suena a obligado femenino progre de igualdad de género para castillo de Roma: Santángelo y Santángela. Y lo del titulo de santos en los papas que canoniza hoy su colega argentino, igual;: cacofonía. A los andaluces eso de "San Juan XXIII" o "San Juan Pablo" nos suena totalmente inmobiliario: a zaguán. Al zaguán del 23 de esta calle o a decirle a Pablo algo del zaguán. Con razón en Cádiz tienen resuelto el problema, porque se las veían venir con los pontificios santos del zaguán. Al zaguán le dicen allí "casapuerta", con lo que no cabe la menor confusión con los papas que hoy estrenan oficialmente lo que todos les reconocían en vida: santidad.

Soy más de Juan Pablo II. Santo completamente de libro Guinness. El primer santo proclamado por voluntad popular. En la Plaza de San Pedro se hace hoy realidad lo que allí mismo pedían las pancartas de su entierro: "Santo subito". Y tan súbito. Pero hay otras marcas, que no son de velocidad. Es el Papa que más alto "share" ha tenido en la Historia de la Iglesia. Juan Pablo II será el santo al que más millones de fieles han visto en persona. Los Papas terminaron con aquello tan tristón que nos contaban en clase de Religión en el colegio, que eran prisioneros en el Vaticano, del que no podían salir. Juan Pablo II no es que no saliera del Vaticano: es que no entraba. No le quedó pista de aeropuerto por besar a su llegada, doblemente genuflexo, evangelización a portagayola. Será el santo al que más gente ha visto en persona de la Historia.

¿Cuantos millones de criaturas vieron a Juan Pablo II en los miles de kilómetros que recorrió en su pontificado? Mi querido arzobispo, don Juan José Asenjo, coordinador nacional de la visita apostólica de 2003, recordaba ayer en su articulo de ABC los datos del "share" pontificio de aquel viaje. A Juan Pablo II lo vieron en persona 700.000 españoles en el acto del aeródromo de Cuatro Vientos; un millón en la misa de la Plaza de Colón, y otros 13 millones por las retransmisiones de estos actos por televisión. Tener 13 millones de audiencia por televisión, como Juan Pablo II, no es un "share" de Papa, sino de final de la Champion League por lo menos. Yo mismo, que no me gusta meterme en carretera, vi dos veces al ahora nunca mejor dicho Santo Padre. Lo vi como todo su "share" mundial, a domicilio. En el mejor cahíz de tierra: los alrededores de la Catedral de Sevilla. En 1982, entrando por la Puerta de la Asunción tras bajarse del papamóvil. En 2003, apareciendo a rezar el Ángelus en el primer balcón de la Giralda, ¡toma alianza de civilizaciones, el Papa de Roma en el alminar de la morería! Entre los atauriques almohades, el Papa que cambió el rumbo de la historia en Europa y obró el milagro de la caída del Muro de Berlín se nos aparecía con un halo que no era precisamente la luz del sol de mediodía. Era que estábamos viendo a un santo. Que millones de personas vieron en todo el mundo.