ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  22 de mayo de 2014                 
                                
 
Las carabelas
 
Como cuando cada Madrugada la Hermandad de la Esperanza Macarena concede a los nazarenos del Gran Poder la venia para pasar antes por la carrera oficial "por una sola vez y sin que sirva de precedente", así estoy hoy de acuerdo con el alcalde. Sin que sirva de precedente coincido con el alcalde Zoido y creo que el alcalde Rodri de Huelva no tiene por qué cogerse esos cabreos, cuando ni él fue el armador de las carabelas descubridoras del Nuevo Mundo; ni él es descendiente de Colón; ni él es el regidor de Palos de la Frontera, ni ná de ná. Y por esta cuestión, como pueden adivinar, es por lo que estoy de acuerdo con el alcalde Zoido: por las carabelas. Pues naturalmente que Colón salió de Sevilla con sus carabelas para el "Encuentro de Dos Mundos" aquella cursilada que se inventaron los progres cuando la Expo del 92, para no decir "Descubrimiento de América", porque entonces se mosqueaba Rigoberta Menchú casi tanto como ahora Perico Rodri. Eso del "Encuentro de Dos Mundos" me sonaba como si se hubiera perdido un mundo y, tras rezarle a San Cucufate, Colón se lo hubiera encontrado por casualidad. Y que, en un gesto de honradez, en vez de quedárselo, como hacen todos los que se encuentra un mundo por la mar, fue y se lo trajo a los Reyes Católicos, que estaban para la ocasión, como su mismo nombre indica, esperándolo esquina a Santas Patronas y Jukio César.

Colón tuvo chamba tela. Colón iba, en realidad, buscando las Indias. Pero no las indias guapas en plan Katy Jurado o Sara Montiel que salen las películas del Oeste y de las que se enamoran Gary Cooper o John Wayne, sino las Indias de la India, en una nueva ruta de las especias, que eran el pelotazo de la época. Y en vez de encontrarse con las Indias, se encontró con los indios de un continente ignoto; con las tribus que el profesor don Luis Navarro García nos enseñaba en los cursos de verano de La Rábida: los taìnos, los toltecas y los chichimecas. Pasa con esto del Encuentro colombino como con las pérdidas de 1936. Leí ayer en ABC a mis muy queridos Fernando Carrasco y Aurora Flórez que la Esperanza Macarena, en el besamanos del Cincuentenario en la iglesia del Sagrario, lucirá "la saya del azulejo, que costeó la familia Sainz de la Maza y que reproduce la que se perdió en 1936". ¡Ay, estas Benditas Mujeres, que se lo dejan todo olvidado por ahí y pierden las cosas! ¿Qué estaría haciendo mi venerada Esperanza en 1936, que extravió la saya? ¿Y qué pasó, Fernando y Aurora queridos? ¿Que no se la encontró nadie? ¿Preguntaron bien por el barrio? ¿Fueron a Objetos Perdidos? ¿Qué, que no apareció, que se perdió, no, y por eso los Sainz de la Maza tuvieron que pagarle una iguakita, igualita, no? ¡Ay, qué cosas más raritas pasaban en 1936! ¡Cuidado que perdérsele una saya a la Macarena! ¿Que los rojos le metieron fuego a San Gil en vez de echarle cojones y enfrentarse a los militares sublevados, dice usted, si era por defender al Frente Popular de la República? ¡Qué cosas dice usted! ¿Pero como los nuestros van a meterle fuego a San Gil? Hombre, en todo caso lo hubieran reclamado para los moros, como la Catedral de Córdoba, ¿pero meterle fuego? ¡Tequíiya!

Pero antes que me hirviera el agua del radiador con lo políticamente...cobarde de la saya iba por Colón, el del Paseo. Que sí, Don Zoido: choque usted esos cinco. Colón salió de Sevilla. ¡Vamos que si salió! Salió concretamente de las instalaciones deportivas del Labradores, porque Colón iba a allí todas las tardes a jugar al dominó con Curro Romero. Y si Elcano terminó allí su vuelta al mundo, fue para cerrar el círculo (de Labradores) de la salida de las tres carabelas, que tenían nombre de antiguo puesto de cristales de los Jardines de Murillo. Y Marconi descubrió la radio en Radio Sevilla, ¿verdad, Salomón? Y la manzana de Newton era de la plaza de la Feria. Y Arquímedes descubrió su Principio cuando se estaba bañando en la Playa de María Trifulca. Y Edison inventó la bombilla en la fábrica de lámparas de la Puerta Jerez, Almirante Lobo, 3. Por cierto: a ver si no corta usted los árboles de Almirante Lobo, hombre, señor Zoido. Se los cambio por la defensa que le acabo de hacer a usted tras su patujale histórico con las carabelas.

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