ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,  24 de junio de 2014                 
                                
 
Susana con casco
 
Entre los fastos de la Corona y el Corpus se me ha ido vivo el comentario a una foto que vino el otro día en el ABC y que para mí es el mejor signo de los famosos brotes verdes. Aparecía Susana Díaz con un casco de obra, visitando Navantia, que es el mote que le han puesto a los antiguos Astilleros Españoles de Puerto Real que surtían de mono como disfraz a todo el que iba a pasar en la calle la noche del sábado de Carnaval gaditano. Le pedías a uno que trabajara en el Astillero un mono de trabajo con las siglas "AESA" en rojo estampadas en la espalda, te lo enfundabas, y ¡a la calle!: ya estabas perfectamente disfrazado de mamarracho gaditano. (¿Los mamarrachos sevillanos, dice usted? Esos no son de Carnaval, sino de todo el año, y tienen otro disfraz. Van de chaqué, y a ser posible con una vara cofradiera o un bastón de mando político en la mano.)

La foto de Susana Díaz con el casco es porque el trabajo de Don Juan Carlos como viajante de la Marca España dio sus resultados, y al Astillero le han encargado dos barcos que aseguran el currelo para una buena temporaíta. Y aparte del barco gasero y del otro encargado, la foto me llenó de satisfacciòn por otra cuestión. ¿Cuánto hace que no veíamos a un político retratado con un casco de obra puesto? Años. Desde antes de la crisis. Con lo que le gusta a un político un casco de obra...

-- ¡Hombre, si le parece a usted le va a gustar un pico y una espiocha!

Eso es exactamente lo que constataba El Yuyu en el estribillo de su chirigota "Los que se vinieron de Leningrado porque no era de su agrado": "Ya lo dijo Lenin,/ya lo dijo Trotsky:/el que coja la espiocha/es pá darle cuatro cosquis,/ íiin, íiin, íiin". La espiocha no la cogerán, pues, nunca. En todo caso la pala de poner primeras piedras, que también la hemos vuelto a ver en las fotos de los periódicos. O sea, reactivación económica a la vista. El día que vuelvan a salir los políticos retratados con el casco de obra será señal de que la actividad económica está totalmente recuperada. Como las grúas. Pasé la otra tarde por la Puerta del Arenal y...

-- Y se encontró usted a Zoido con un casco de obra dando barzones por allí...

No, algo mejor todavía: me encontré con que saliendo de la calle de la Mar hacia la del Áncora, se ve una inmensa grúa de obras sobre la Acera del Negro. Esta grúa de obras plantada en pleno Arenal ya la vi la tarde de los victorinos en la Feria, cuando el teniente de hermano mayor de la Maestranza convidó a palco a ABC. Desde el Villa Pescuezo de la plaza, la grúa de la Puertalarená estropeaba completamente el paisaje sobre los tendidos 10 y 12, pues competía con la Giralda. Pero una maravilla de estropicio. Puestos a estropear la línea de horizonte y el protagonismo de la Giralda, mejor las grúas de obra, efímeras, que la Torre Pelli, que no hay quien la quite.

Y me acordé al ver las grúas que perdimos en los cielos de Sevilla de lo que era antes Marbella. Cuando aquella maravilla de hotel de descanso estaba abierto y me iba a verenear a Incosol (o sea, a incosolear), al llegar me gustaba asomarme a la terraza y ponerme a contar grúas de obras, desde la parte del hotel Don Carlos a la del Puerto Banús. Perdía la cuenta. Pero la perdía cuando iba ya por la grúa número setenta y tantos, a lo mejor. Hombre, aquello era una joía barbaridad: el reino del cemento, del pelotazo, de Gil, de Julián Muñoz y de la mangoleta, pero media buena docenita de grúas de obra sobre el velazqueño cielo de Sevilla sí que serìan buen síntoma de recuperación económica. ¿Cuántos jornales hay por cada grúa de obra? Pues por lo menos los mismos que por cada casco de obra que se pone un político. Así que señor Zoido y señora Díaz: a ver si se ponen ustedes pronto y muchas veces el casco de obra para retratarse. ¡Ah, y mucho coger la pala de poner primeras piedras! Será la mejor señal de que hemos mandado a la crisis a tomar por saco y de que hay empleo.

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