ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 29 de julio de 2014                 
                                
 
Novillería andante
 
Cuando yo era chaval, como el alfayate era tan buen aficionado entraban en casa todas las semanas las dos revistas taurinas que, junto con el "Semana" que dirigía Manuel Halcón, estaban entonces en todas las barberías: "El Ruedo" y el "Dígame". Y no sé si en el "Dígame" o en "El Ruedo", cuando hablaban de los toreritos que venían pegando fuerte, de las parejas formadas por Aparicio y El Litri, o por Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez, para referirse a ellos usaban un término tópico: "la novillería andante". Me han venido esos recuerdos cuando veo este verano de nocturnas con Puertas del Príncipe que la novillería andante cabalga de nuevo. Y cómo galopa. Con todo lo que tiene de ilusión de los aficionados, de confianza en el futuro de la Fiesta. A Rey abdicado, Rey puesto; y a G-5 dando por saco a la afición de Sevilla con su jangá, novillería andante puesta y dispuesta, para que la ilusión no decaiga y la plaza del Arenal se llene casi igual que con las figuras; pero, además, con el prodigio nocturno de poder ver la nocturna desde una grada "con derecho a Giralda iluminada". Y con ese palco de la Diputación con su reloj alumbrando, del que dije que tiene algo de torre municipal de plaza de pueblo en estas nocturnas de tanto fuste que en una de ellas debutó en Sevilla un chaval de San Bernardo, hijo de uno que trabajaba en el Matadero, un tal Pepe Luis Vázquez, no sé si les suena.

"Novillería andante" suena a cervantino y quijotesco, y algo de ello hay. Los chavales que empiezan tienen que luchar nada menos que contra los molinos de los males y desventuras del toreo. "Más difícil es llegar a figura del toreo que a obispo", me dijo una vez Pepe el Manteca en su tienda del Corralón de los Carros de Cádiz. Si difícil fue siempre arrancar, llegar, ser y mantenerse en esto del toreo, más ahora, tal como está la Fiesta y encima con la crisis.

Pero ha surgido en Sevilla toda una leva de novilleros que no sé si tienen más ilusión ellos por llegar o los aficionados porque lleguen. Como fue la Quinta del Buitre en el Real Madrid, este es el reeemplazo de Lama de Góngora, de Borja Jiménez, de Pablo Aguado, de José Garrido, de Posada de Maravillas, de José Ruiz Muñoz, de Rafa Serna...y puede que se me olvide alguno más. ¿Cuántos años hacía que no teníamos una nómina así de novilleros? ¿Cuánto hacía que los aficionados no hablaban de los novilleros que vienen arreando, en vez de los figurines que nada más que hacen exigir y creerse que son la reencarnación unipersonal de José y Juan? Hay que remontarse quizá a esos tiempos de "El Ruedo" y del "Dígame" que evocaba, cuando en Sevilla estaba la novillería que recordaba Luis Carlos Peris en la competencia, aquel tiempo de Curro Romero, de Curro Puya, del Pío, de Antonio Cobos, de Ruperto de los Reyes, de Antonio Vázquez...

Y de toda la novillería andante, perdonen que le mande al final de este artículo como una pitillera de agradecimiento de brindis a Rafa Serna, deseándole lo mejor el jueves. Cuando lo entrevistó Machuca, Rafa Serna dijo que era de Curro, del Betis, de la Esperanza... y de Antonio Burgos. ¡Choca esos cinco, torero! Yo también soy de Curro, del Betis, de la Esperanza...y de Rafa Serna. Por parte de ancestros. Yo era de Adolfo Bono Janeiro, el zapatero de las Tres BBB del Salvador y de la Puertalacarne. Yo soy de Pepín Lirola, el de Vilima, Lagar, 2 y del Rocío del Salvador. Yo era de Pepe Mesa, el que vendía ropa hecha de trabajo en la Alcaicería. Yo soy de Rafa Serna padre: óle, óle, Betis olé. Yo soy de Magdalena Mesa. Yo soy de Magdalena Lirola. Y soy de Rafita Serna, que es el nombre que le pongo a la ilusión que la afición de Sevilla tiene en esta leva de novilleros ilusionados. Y el jueves, encima, Rafa Serna toreará dos novillos béticos de El Parralejo de Pepe Moya, los que llevan los colores albero y verde, o sea, Curro y Betis en las sedas de su divisa, cualquier cosa. El arte va siempre todo engarruchado hacia el mismo lado, Rafa y Pepe... ¡Que Dios, que es el Hijo de la Esperanza, os reparta suerte!

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