Son 31 Recuadros para agosto que componen un collage en el que el articulista siempre trata que haya «textos de todos los palos y con la cejilla en todos los trastes». Y, por supuesto, «que nunca falte el humor». Por eso, explica, «como el ‘Costa Concordia’ ha vuelto a la actualidad al ser reflotado para el desguace, he incluido aquel artículo en italiano macarrónico (o ‘caleti’ clásico chirigotero gaditano) que le dediqué al ‘Capitano Ligone’, el cagueta que se najó en un bote cuando aquello se estaba yendo a pique, que fue como la película ‘ Titanic’ en versión de Alberto Sordi».

A partir de mañana, en su habitual espacio de las páginas de Opinión, Antonio Burgos, embute en el cartucho de agosto esencias de Sevilla, que en su versión original de recuerdo y evocación es lo que cuentan estos Recuadros, auténticos relatos de quien sabe ver, y narrar, cómo se enganchan los flecos de un mantón de Manila desenvuelto de su papel de seda en los botones de una bocamanga para hablar de amores, que igual hila la plaza de l a Real Maestranza en una tarde de plumas de alguacil con la mañana del Corpus y sus Seises y los armaos que cruza el puente de Triana, «donde los años pasan en forma de Rocíos», para hacernos mirar hacia ultramar, porque el letrista de las universales «Habaneras de Cádiz» pinta guacamayos, guayaberas y mecedoras de rejilla, y se viste de traje de mil rayas — «Ay, caballero, qué tiempos», en un trasunto de soldado español en Cuba y las Filipinas perdidas, «que yo te diré»... que Burgos hasta les va a contar como vio a Manolete, califa de 80 años, «con su bastón de plata», «con su chaqueta blanca», por las calles de Córdoba.