ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 12 de septiembre de 2014                 
                                
 
El robo de la espiocha
 
Hay quien sostiene que en Cádiz ocurren cosas que no pasan en ninguna otra parte del mundo debido a los diarios milagros del dios Momo, que se esfuerza el hombre para que a los autores de Carnaval no les falten asuntos divertidos para sus tangos, pasodobles, cupleses y popurrises que se empiezan a escribir y a ensayar en este tiempo. Pero estoy cavilando que eso, que en principio puede que fuera así, ahora es justamente al revés. Ahora la fuerza del Carnaval es tan grande a ambos lados de las Puertas de Tierra que es la realidad la que trata de imitar la ficción satírica y guasona de las coplas, deseosa de salir en ellas. Así ha sucedido con el monumento al Tío de la Tiza, que Javier Osuna venía pidiendo desde tiempos de Rege Carolo y que mi muy querida Teófila Martínez inauguró por fin la otra tarde en el Paseo Marítimo, mientras los tres coros ganadores del año pasado cantaban juntos el centenario tango inmortal que Antonio Rodríguez escribió en 1905 para "Los Anticuarios" y que ha pasado a ser el himno de la ciudad de Cádiz: "Aquellos duros antiguos".

Y como por la teoría que arriba queda expuesta quiso Teófila copiar la estética del Carnaval y sus claves de la gracia, ¿qué se imaginan que tenía, aparte de su busto en bronce, el monumento al autor de aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar, y que se encontraba la gente a la orillita del mar el 2 de junio de 1904, cuando unos trabajadores de la almadraba enterraban desperdicios de pescado y empezaron venga a salir monedas de plata, que eran reales de a 8 acuñados en la Ceca de México a mediados del XVIII y que dicen que procedían de "El Defensor de Pedro", un bergantín brasileño apresado por los piratas que fue a naufragar y a pegar el pellejazo en la playa de Santa María del Mar? Pues como el tango de "Los Anticuarios" dice que "allí fue medio Cádiz con espiocha y la pobre mi suegra y eso que estaba ya medio chocha", como no era cosa de dejar a la copla por embustera, ¿pues qué va a tener el monumento de "Los Duros Antiguos"? ¡Una espiocha! ¡Una auténtica espiocha!

Si, señor: el monumento de Manuel Sánchez a los duros antiguos de Antonio Rodríguez tenía su espiocha dispuesta como para estar "escarbando por la tarde, de noche y por la mañana". Poco escarbó. A los dos días, unos vándalos o unos guasones, o ambas cosas a la vez, robaron la espiocha. Yo los comprendo: poner una espiocha en un monumento en la capital andaluza del paro, por muchos duros antiguos que se rememoren, es una provocación. El Libi dijo que el monumento era el único que tenía medidas de seguridad incorporadas: "Porque cuando la gente en Cádiz ve una espiocha, da un rodeo". Y una vez robada, este genial Emilio Gutiérrez Cruz ha escrito: "Esta espiocha puede causar unos efectos peores que el Ébola, no te pega el virus, pero te entra una flojera que no quieres oír la palabra "obra" ni en el teatro. Los efectos que produce al verla son entre otros lagrimeo, vista nublosa y calambre en los párpados".

Una noche que Manolo Caracol cantaba en el Teatro Falla y desde el paraíso le gritaron una guasa gorda, el abuelo del consejero delegado de Abengoa dijo, señalando arriba al gallinero:

-- ¡Ese no es de Cai!

Leyendo el "Se busca espiocha" del Libi pienso igual: el que ha robado la espiocha no puede ser de Cádiz. Tiene que ser por lo menos un vasco de la chirigota de Los Pachis, pero de Cádiz, no. Y de Cádiz-Cádiz, menos. Con lo cual, ¿saben quién predijo exactamente el robo de la espiocha, en plan Rappel carnavalesco? Pues otro genio: José Guerrero "Yuyu", que ya en el 2002, en el estribillo de su chirigota "Los que vinieron de Leningrado porque no era de su agrado", hacía decir a aquellos militares rusos que levantaban el puño cerrado: "Ya lo dijo Lenin,/ya lo dijo Trotsky:/el que coja la espiocha/es pá darle cuatro cosquis./Ííiiiiin, iíiiiiin, iíiiiiin." Cuando trinquen al que cogió la espiocha no sólo van a darle cuatro cosquis, sino el cosqui y la pringá. Por carajote. Y por dejarnos tan malamente a la gente de Cai, joé...

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