ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 25 de septiembre de 2014                 
                                
 
El último requeté
 
Para escribir este gorigori de boina roja en vez del Réquiem de Mozart he puesto como música de fondo "Mi barco velero", el pasodoble sentimental que sonó en plena ensalada de tiros en primera línea del frente de Peñarroya, cuando los rojos lo rompieron el día de Reyes de 1939, en una desesperada idea genial del general Rojo: cortar en dos la zona nacional para prolongar la guerra. Suena ahora ese pasodoble que el Comandante Redondo hizo que la banda del Tercio carlista de Sevilla, que era la de El Tubero movilizada, tocara en el frente. Y la memoria del requeté Rafael Montesinos, como tantas veces al evocar aquellas horas de infierno, me canta la letra: "Mi barco velero, mi barco velero,/ como una paloma blanca,/ cruza el mar, ¡chim, pum!, siempre ligero..."

Ese pasodoble lo cantaría en el frente el oficial del Requeté don José Herrera Sánchez, del Tercio Virgen de los Reyes de Sevilla. Ahora, en la memoria, mientras en el escritorio el barquito del muelle de Almería navega por los sueños de esos muchachos, el bombo del Tubero, el del "¡chim, pum!" del estribillo del pasodoble (primo del "¡chim, pum!" de "Mi jaca") que tanto divertía a los requetés, ha dado un final golpe de maza. A los 95 años ha muerto en Sevilla aquel requeté Herrera que el 23 de agosto de 1936, con 17 años soñadores recién cumplidos, fue al Hotel Inglaterra para apuntarse como voluntario. Su padre era redactor del diario tradicionalista "La Unión", que dirigía el muy valiente Domingo Tejera (al que unos ignorantes le quitaron la calle, sin saber que Franco le cerró el periódico).

Cuando yo era chaval me llamaban mucho la atención unas noticias recurrentes en los periódicos: "Ha muerto en Puente Genil el último de Filipinas", "Ha fallecido en Ecija el último combatiente de la guerra de Cuba". Ahora ha muerto el último requeté del Tercio sevillanísimo que llevaba el nombre de la Patrona y no he leído esa noticia. Parece que fuesen noticias incómodas, cuando están llenas de utopía, de ilusión. De Historia. Tampoco nadie dice ahora que ha muerto el último combatiente del Quinto Regimiento o de la 40 Brigada Mixta.

José Herrera llegó al Requeté lleno de ilusión y patriotismo. Estudiaba en el Seminario cuando estalló la guerra. Y le llamó el lema de los tradicionalistas: "Dios, Patria y Rey". Las tres cosas que se estaban negando en España. Ay, la desconocida historia del Requeté andaluz, ¿verdad Felipe Morenés? Esos tercios con nombres de las Patronas: la Merced en Jerez, la Cinta en Huelva... Con su Tercio Virgen de los Reyes, Herrera tomó la Sierra de Huelva, donde estaba Higuera, el pueblo de Fal Conde. Yo de estudiante viví en aquella sierra, en Las Veredas de Almonaster, el recuerdo campesino de esa conquista: "Los requetés entraron y en vez de pegar tiros se pusieron a dar caramelos a los niños", me recordaba Padre Tomás. Y luego, la toma de Ronda. Y el frente de Jaén: Lopera. Ay, Lopera... Donde resistieron como héroes el empuje de las Brigadas Internacionales. Cómo sería, que por aquello fusilaron en el otro bando a media docena de comisarios políticos. Y el frente de Peñarroya, ya al final de la guerra, que Herrera hizo de oficial: "Alférez provisional, cadáver efectivo". De 27 oficiales quedaron 3. La muerte en La Tejonera, donde resistió el requeté Rafael Montesinos con el capitán Tatay, quizá con el alférez Herrera.

El propio Herrera lo contó luego en su libro "Historia del Tercio de Requetés Virgen de los Reyes de Sevilla". No dijo allí, con grandeza, y lo afirmo ahora en su honor, que los requetés fueron los grandes perdedores en el bando de los vencedores en la guerra. Hasta les cerraron el periódico. Sobre su heroicidad se hizo el silencio. Guardo como un tesoro la Medalla Militar Colectiva por la defensa de Sierra Tejonera que Rafael Montesinos me legó en su testamento. Allí defendió a su Dios, a su Patria y a su Rey este último requeté del Tercio Virgen de los Reyes. En su memoria ahora en el escritorio, como un réquiem bélico, suena aquel pasodoble que cantaban los requetés camino de la muerte: "Mi amor lo mataste tú,/ con tu querer traicionero,/ ya no me queda en el mundo/ más que mi barco velero". Ante Dios nunca serás héroe anónimo, requeté Herrera.

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