ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de enero de 2015                 
                                
 
Caninas y caninos

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En estas sabatinas de rescate de palabras sevillanas en trance de perdida nos hace hoy gran parte del gasto don Maximiliano Pflüger Riejos, quien nos señala: "Mencionaba usted el término "papeleta" que identificamos también con las esquelas necrológicas que diariamente se insertan en la Prensa. Hay otro significado que ha caído tan en desuso que para mí fue una sorpresa verlo hace unos días en unos balcones. Me refiero a la costumbre de anunciar que un piso se arrendaba poniendo atado a los herrajes una simple hoja de papel blanco. A este anuncio mudo se le llamaba también "papeleta" y, en ocasiones, "padrón". Esta acepción no figura en el DRAE. Otra palabra que usábamos constantemente, sobre todo los chiquillos cuando un "chut" mal calculado concluía con la pelota en un tejado o en la copa de un árbol. Se decía que habías "embarcado" la pelota. Tampoco he encontrado esta acepción de secano de un término tan marinero como "embarcar" en el Diccionario de la Academia. Por último -–y esta es sorprendente-- el término "canina" referido al esqueleto humano, es desconocido para nuestra Real Academia de la Lengua. ¿Será posible que el archiconocido y celebérrimo paso del Triunfo de la Santa Cruz, nuestra inefable Canina, que ha inspirado hasta saetas, no se haya acogido en el Diccionario de la Lengua? ¡Pues no figura!".

Punto en el que les digo a los numerarios de esa Academia que tiene nombre de confitería antigua (La Española) lo mismo que en ocasiones anteriores: peor para ellos. Que se joan, que no saben los pobres lo que es esa Canina Sublime con su yedra y sus cardos borriqueros derramando gracia valdeslealesca (y humor negro) por las calles de Sevilla. Es que ha citado usted la Canina, señor Pflüger, y de evocarla sólo mire cómo se me han puesto los vellos: ¡como alcayatas gitanas de la Ferretería El Martillo de la Puerta La Carne! Pero sobre "canina" ignora más todavía esa Academia que para reconocer el habla sevillana es tan poco Real, pues ignora la realidad de la lengua española en nuestra tierra. "Canina" como nombre es el esqueleto humano, pero tiene otro significado como adjetivo. "Canina" es una señora que está hambrienta y "canino", un señor que si se lo ponen por delante, devora un lebrillo de papas aliñás en menos que se persigna un cura loco. ¿De dónde viene este adjetivo sevillano "canino" por hambriento, por famélico? Creemos que como el sevillano es tan dado a la máxima precisión verbal, mandó a paseo al perro de la locución "hambre canina", que la RAE sí recoge como "gana de comer extraordinaria y excesiva". Así de creadora es el habla del sevillano. Y así de igualitaria. Mucho antes de la dictadura de las leyes de igualdad, en Sevilla ya había "caninas" (esqueletos) y "caninos", que eran los tíos con hambre de tres semanas. Incluso hay un himno a los caninos: La Internacional, dedicada a la "famélica legión"...que ahora se pone púa de mariscadas con dinero público.

Y otro lector nos envía el adjetivo "cañuño", que tampoco encuentra en el Diccionario y recuerda haber escuchado de chaval: llamar despectivamente a un anciano "viejo cañuño". "¿Qué significa "cañuño"? Pues "cañuño" es "canoso", con canas; y, por extensión, "antiguo, anciano", quizá "achacoso". Quizá sea variante sevillana de un adjetivo "canudo (del latín "canutus")" que recoge el DRAE con esos significados. Y este "cañuño" de "viejo cañuño" me recuerda a un personaje sevillano del prólogo a la segunda parte del Quijote. Aquel loquito que iba por la calle inflando perros: "Le acomodaba el cañuto en la parte que, soplándole, le ponía redondo como una pelota". "Cañuto" es como en el Siglo de Oro se decía "canuto". ¿Y no será este "cañuño" aún vivo hermanastro del "cañuto" cervantino de la vieja Sevilla, y no otra cosa que "canuno", o sea, lleno de canas? No sé. Ahí queó la chicotá de "cañuño". No nos vayan a decir que con "cañuño" estamos inflando el perro con un cañuto, como aquel Loqui no sé si de Triana o de Sevilla que acertó Cervantes a ver para hacerlo inmortal.

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