ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 29 de marzo de 2015                 
                                
 

Vestirse de luces

Cojo la pluma, atravieso el ruedo las calles todavía no alfombradas por la Real Fábrica de los goterones de cera y me voy a portayagola del portón que abre la Semana Santa. Me pongo de rodillas ante El que hoy está en San Lorenzo con las manos bajas. Extiendo el capote: no hay nada más parecido al rito de vestir a un torero que el de ponerle la túnica a un nazareno. Vestirse de luces. Así se visten los toreros. Así los que fueron hermanos de luz cuando dejaron de serlo de sangre, disciplinantes, con las espaldas rotas por los latigazos. Un Rey de España prohibió los latigazos, salvo que fueran de tinto en Casa Morales, y los de sangre pasaron a ser todos hermanos de luz. Hermanos de luz que portan, llama de la Fe de una ciudad. Y que se visten ritualmente, como los toreros.

Yo he visto pasar camino de la iglesia donde iba a salir su cofradía a un nazareno que llevaba la túnica metida en una bolsa de deportes y el capirote en la mano. Aparcó su moto e iba a vestirse dentro de la iglesia de donde habría de salir portando la luz de un cirio, luz de esta mañana de Domingo de Ramos. Esas no son maneras. Así no se viste uno de nazareno. Ni de torero. Así se viste de torero Lebrija, el puntillero de Sevilla, que llega de su casa vestido de particular y que en una dependencia de la plaza se pone el vestido de luces como quien se calza un mono para ir a currelar al Astillero. El vestido de torear no es un traje de faena, por muchas y muy memorables que se hagan con él puesto, como la túnica de nazareno no es un disfraz que se lo planta uno en un periquete, como una cortina vieja y dos coloretes en el vámonos que nos vamos un sábado de Carnaval.

Yo he contemplado cómo se viste un torero, porque me han permitido asistir, como iniciado, al rito, Sobre una silla, la chaquetilla, la doblada taleguilla, las medias, el chalequillo, el corbatín. El silencio. Llega el mozospás y dice que es la hora, como un ángel que anunciara el gozo a los pastores. Y empieza a vestir al torero. Despacio. No puede templar a un toro quien se viste de torero como el que se prueba una chaqueta en el Cortinglés. La camisa de chorreras es ahora abrochada. Despacito. Le calza la taleguilla como quien llena un costal de grano candeal en la Vega de Carmona. Levantar en vilo a un torero cogiéndolo por la cintura de la taleguilla para ajustársela bien, como ahora hace el mozospás, tiene algo de pesar un costal de hombría. Y ya vestida y ajustada la talaguilla, le pone los tirantes. Le ajusta los machos. Despacito. Le relía la faja. Le coloca el chalequillo. Y la ceremonia final, solemne, de la chaquetilla que le ofrece como un capote al toro, para que el torero termine revestido de todos sus ornamentos. Casi sagrados. Así se visten los hombres, Gonzalito.

Así también he contemplado, muchas veces, cómo se viste un nazareno. Aquel nazareno era mi padre. En el cuarto, sobre la cama grande, está la túnica extendida, planchadísima. Sobre una silla, el antifaz, con la cartonera del macho dándole forma de madrugada y silencio. Y el esparto del cinturón. Mi madre le entra la túnica por la cabeza, se la estira de los bajos. Yo la ayudo a sostener la cola, mientras le pone el esparto rodeando una cintura que ya aprietan las correíllas de material. Ahora le damos la cola, que se la echa al brazo, al modo antiguo. Mi madre le saca los picos de la blanca camisa por fuera del cuello de la túnica. Todo en silencio. El dormitorio de mis padres era como el cuarto de hotel de un torero. Y ya se va el nazareno camino de su luz. Vestido ritualmente para portar la luz de un farol junto a la Cruz. Rito y regla. A partir de aquí, en esta mañana de luz, esperando la cera ardiente de las candelerías, la memoria sigue hiriéndome con los versos de Montesinos: "Mi padre, con su túnica/ negra, en la madrugada más profunda/de la clarísima ciudad, se ha puesto/ solemnemente el negro capirote". Así se visten los hombres, madre.

 

CorreoSi quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico  Correo

                             

  Artículos de días anteriores

                                      Correo Correo            

Clic para ir a la portada

¿QUIÉN HACE ESTO?

Biografía de Antonio Burgos


 

 

Copyright © 1998 Arco del Postigo S.L. Sevilla, España. 
¿Qué puede encontrar en cada sección de El RedCuadro ?PINCHE AQUI PARA IR AL  "MAPA DE WEB"
 

 

 


 

Página principal-Inicio