ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 14 de agosto de 2015                 
                           
 

Pido sol y silencio

Nos acordamos de Santa Bárbara sólo cuando truena. Y en estos grandes terremotos del alma que son las vísperas de Sevilla, el cronista suele acordarse de Santas Justa y Rufina cada vez que, como hoy, tiene que hacer el bando de un gran rito urbano. Yo no sé si el Ayuntamiento habrá mandado que esta tarde salga la Banda Municipal para dar el bando de la procesión de la Virgen, en este pueblo cateto de agosto que todos nos inventamos cada día de la Asunción, Como no las tengo todas conmigo de que se dé el bando de la procesión de la Virgen, voy a darlo en el recuadro. Un bando que no recorre tas calles de nombres antiguos, Gradas, Placentines, Alemanes, Arquillo del Almirantazgo, sino que quiere recorrer las almas. Y que por eso, remato el exordio, oh queridos hermanos, se acuerda de las santas alfareras: que de igual modo que a Justa y Rufina representárselas suele sosteniendo la Giralda, el recuadro toma de ellas el modo y la postura, y sus dos columnas quieren como ayudar a sostener en medio este sueño, esta nostalgia que hemos dado en llamar Sevilla.

Y como hay que pedir lo imposible para que ese sueño y esa nostalgia sean realidad y no evocación, hoy pido sol y silencio para la Virgen de los Reyes. Pido sol para la Puerta de los Palos, a ver si el Cabildo Metropolitano cae el año que viene en la cuenta de la diferencia entre la hora solar y la hora oficial, y retrasa la procesión hasta las diez, que son las ocho hora solar; que es el tiempo en que la Virgen de Agosto sale por la Puerta de los Palos, salía siempre. Porque ahora la Virgen sale de noche casi. Téngase en cuenta que cuando la Virgen de los Reyes está en la Puerta de los Palos son las seis de la mañana por ese sol que, naturalmente, va a su aire, y que no llega a su cita hasta que la imagen fernandína está en la Punta del Diamante. Y una Virgen de los Reyes en la Puerta de los Palos sin sol de agosto es como si viéramos al Silencio con luz del día salir de San Antonio Abad. Sevilla, señores de la canongía, quizá sea sólo esto, una luz, una incierta hora de la certeza en la repetición del rito. Ya sé que muchos, usías ilustrísimas, son de por lejanas tierras y que, ganada la ración, poco importan a vuestras señorías conceptos tan sutiles como la luz y el tiempo. Mas pensad que esa luz de la que hablo no es sólo un sol en la mañana, sino el símbolo de la fe de un pueblo.

Y pido silencio a vosotros, sevillanos de la capital y de sus lugares comarcanos. ¿Habrá que recordaos, sevillanos, que la Virgen de tos Reyes no es la Macarena? Si falta mañana el sol por culpa de los canónigos en la Puerta de los Palos, por favor, no rematen ustedes la faena añadiendo las palmas Ay, las palmitas. A ver si hablamos menos del tópico de los silencios de Sevilla y ejercemos-más la realidad del respetuoso silencio de Sevilla, que siempre se guardó en homenaje a la Virgen en esta mañana de agosto. Guarden, pues, las palmas para la Gran Madrugada, para sus cofradías de barrio. La Virgen de los Reyes no es la de los Gitanos, ni la Esperanza de Triana. Es la memoria silente de Sevilla. En torno a la Catedral no pueden encontrarse más palmas que las del Domingo de Ramos. La Virgen de los Reyes sale a esa hora, en la Tercia, porque es el templo metropolitano el que, en el esplendor de sus cultos, se echa a la calle. Por favor, estén en la calle como antiguamente se estaba en misa, antes de que la misa pareciera un culto protestante: más callados que en misa. Por favor, a la Virgen de los Reyes no le hacen falta las palmas en modo alguno. Las palmas de Sevilla ya las tienen Justa y Rufina en sus manos.

A ellas, santas alfareras, invoco hoy con urgencia, acordándome cuando truena la ola hortera que destruye a Sevilla. Y de ellas las dos columnas del recuadro toman hoy el modo y la postura, para proteger a este sueño que llamamos Sevilla ante los temblores de muerte del terremoto de la vulgaridad. Ya que por la desidia de los canónigos la Virgen no tendrá mañana sol en la Puerta de los Palos, que tenga por lo menos silencio en su recorrido. Que en la mañana de agosto no cabe más aplauso que el del olor, tan reciente, pero tan antiguo, que dan los nardos.

 

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