ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 25 de marzo  de 2016               
                             
 

Ladrones buenos o malos

Ocurrirá esta tarde, hacia las 20,30, en la calle Santander. Lo aviso para que vayan con tiempo a coger sitio, con o sin sillitas. Y temiendo estoy que se entere ese CECOP que manda en la Semana Santa más que el Consejo y que el pleno de hermanos mayores de penitencia, y que se cree que no se sabía andar por las calles para ver las cofradías hasta que llegaron ellos con su dictadura de la valla. Esto de la valla que hemos padecido esta Semana Santa es lo más grande del mundo. De momento, ayer en muchos sitios, cuando pasaba El Valle, daban ganas de cambiarle el nombre a la marcha de Gómez Zarzuela: no "Virgen del Valle", sino "Virgen tras la Valla", que es como muchos han tenido que ver a muchas Dolorosas. Pero no así cerquita, tocando la plata de los respiraderos y santiguándose, clásico en la religiosidad popular sevillana, no, sino con el palio calculo yo que a cinco kilómetros de distancia. Nuestras contradicciones barrocas: tiraron el muro de Berlín y Sevilla levantó las vallas para dividir a la ciudad en Semana Santa. Y que le rece cada cual al Cristo de su cofradía para que la cosa quede así. Porque estos dictatoriales y antisevillanos tíos del CECOP capaces son de poner alambradas de espinos la Semana Santa próxima, las famosas concertinas de las verjas de Ceuta y Melilla. "Concertina cofrade", naturalmente, que hasta suena a marcha procesional.

Digo que apunten lo que ocurrirá hoy hacia las 20,30 en la calle Santander porque la cofradía más exquisita de Sevilla, La Carretería, pura estética del siglo XIX, evocador recuerdo de los Montpensier, no tendrá más remedio que pasar ante el horror más espantoso de los edificios del XXI legalísimamente autorizados por la malhadada Comisión del Patrimonio y la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento. Es ese adefesio de nueva planta por el que hay una doble división de opiniones: al arquitecto que lo fizo, unos le mientan al padre y otros, a la madre; y en punto a semejanzas, a unos les parece un tanatorio, mientras a otros, un secadero de tabaco. Todo menos un edificio digno del entorno histórico donde se halla, entre la Casa de la Moneda y la Torre de la Plata.

Y digo yo: cuando se autoriza una mamarrachá así, ¿nadie en la Comisión del Patrimonio piensa que por allí ha de pasar una cofradía? En este caso una de las más clásicas de Sevilla, como es la perfecta Carreteria, con el Barco del Carbón de su Divino Capitán, el Cristo de la Salud, y la armonía del palio de la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad. (Inciso: y si las cofradías hablan tanto del "valor de su patrimonio" cuando deciden no salir por lluvia, ¿por qué no hay una Comisión del Patrimonio Cofradiero que evite las barbaridades que hacen algunas con sus pasos, verdaderos crímenes de lesa estética sevillana? ¿Por qué otros monumentos necesitan tantos papeles para ser alterados y ese monumento intangible que es el tesoro de nuestra Semana Santa está al albur del mal gusto del primer cateto al que hagan hermano mayor?).

Cuando pase el Cristo de la Salud crucificado entre los dos ladrones ante ese mamarracho de la calle Santander no sólo veremos pasar lo mejor del siglo XIX ante lo peor del XXI, sino que podremos meditar la parábola del Buen y el Mal Ladrón según la Comisión del Patrimonio. Allí cerca, en la Casa de la Moneda, está el buen ladrón: unos bien intencionados emprendedores que quisieron restaurarla y han terminado con las obras paralizadas y penas de cárcel. Y al lado, está el Secadero de Tabaco, obra del Régimen, cuyo autor, el mal ladrón, tiene las bendiciones de la Junta y del Ayuntamiento y continúa en libertad. En el Evangelio Apócrifo del Urbanismo Sevillano, se salva el mal ladrón de los adefesios en los lugares más inadecuados y condenan al buen ladrón de las restauraciones rehabilitadoras. Se lo he escuchado esta mañana, al alba, al Cristo de la Salud en su capilla de los Toneleros. Le estaba diciendo a Dimas: "Esta noche estarás conmigo en el Paraíso, Dimas, hijo, tranquilo; pero antes, no veas el traguito para los dos cuando en nuestro barco carretero nos tengan que pasar ante ese pedazo de adefesio en forma de secadero de tabaco que han hecho en la calle Santander".

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