ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 27 de abril  de 2016               
                             
 

Todo por el Ego

Ahora, terminadas las 3 rondas de consultas, 3, en las que S.M. El Rey ha perdido soberanamente el tiempo, sé por qué ampliaron el edificio del Congreso de los Diputados: porque el ego de muchos políticos, especialmente el de los dirigentes de los partidos, no cabía en el histórico hemiciclo donde Tejero y su tropa pegaron los disparos del 23-F. A los que habría que cantarles, cambiado, el estribillo de la chirigota gaditana del Love en 1998: "No me pegues tiritos en el techo,/tíratelos tú en el culo,/que tiene el boquete hecho". El ego de los dirigentes políticos no sólo no cabía en el hemiciclo, que es como media plaza de toros (hasta con reloj, callejón, presidencia y todo), sino que incluso Las Ventas les habrían venido chicas, y pequeño el campo de fútbol del Barcelona. Como a la puerta de los cuarteles el "Todo por la Patria", en la entrada del Congreso de los Diputados habría que colocar otro rotulo que dijera bien a las claras lo que se ventila allí dentro: "Todo por el Ego".

A la hora en que escribo, que es al alba, con suave viento de Levante, como cuando lo de Perejil, pero sin Federico Trillo, no sé si Su Majestad el Rey, harto de coles en el mareo de la perdiz de los líderes recibidos, ha firmado o no la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones. Da igual. El mal del desprestigio de la clase política e incluso de la confianza en el sistema democrático ya está hecho. La llamada "clase política" ha demostrado, del 20 de diciembre acá, tener muy poca clase. El "Deutschland über alles" de los paisanos de la Merkel no funciona aquí absolutamente nada. Para proclamar el "Por España, todo por España", hay que tener el patriotismo y la grandeza de espíritu de Don Juan de Borbón. Que ninguna barca tiene en este muelle de la política. Aquí, con los hechos, han venido todos a decir: "¡Por mi Ego, todo por mi Ego! Y al que se ponga en mi camino hacia la Moncloa, de momento le parto la cara y después, ya veremos".

¿No se han parado a pensar estos señores que han dejado al sistema constitucional a la altura de un pepino, con tal de imponerse ellos sobre las ideologías, sobre los problemas reales de los españoles, sobre las fatiguitas que sigue pasando "la gente" (la traída y llevada "gente" de la gentuza), para llegar a fin de mes? Advierto ahora bastante menos confianza en el sistema que en diciembre. Han sido meses perdidos, mientras las grandes empresas anuncian los grandes despidos disfrazados de jubilaciones anticipadas. Mientras el dinero cada vez vale menos. Mientras el paro cada vez va a más. Cuatro meses perdidos. Ah, pero ellos no han dejado de cobrar su sueldo y de trincar sus mamelas ni un solo mes. Como en un romance patriótico sobre el Dos de Mayo que ahora se acerca, oigo un clamor nacional: "¡Que devuelvan los sueldos! Y que si no han sido capaces de ponerse acuerdo en una coalición, porque nadie quería dar a torcer su ego, que paguen ellos de sus bolsillo los gastos de las nuevas elecciones!". Y lo que nadie dice, pero lo añado: que los partidos devuelvan hasta el último euro de lo cobrado por los grupos parlamentarios según el número de diputados que sacaron el 20-D. Si los diputados que sacaron no la han doblado ni han servido de nada, ¿otra vez vais a cobrar por escaño, carnes mías? Es de coña esto del escaño.

Y nada, otra vez los mismos, tan desprestigiados, tan incapaces, con las mismas: las mismas siglas. Yo que el Rey, al firmar el decreto de convocatoria de elecciones, le ponía de puño y letra una coletilla, que es la que desean muchísimos españoles: "Habrá nuevas elecciones, sí, pero que no se presente a ellas ni uno solo de esta partida de mantas que en cuatro meses no han sido capaces de formar gobierno. Prohibido terminantemente que vuelvan a presentarse Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias, el otro y el de la moto. ¡Todos a su casa! ¡Y que devuelvan el sueldo!".

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