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Tesoro sin monedas

Cada vez que paso por la CN-IV hacia Carmona y un indicador de carreteras pone la dirección a Tarazona me acuerdo del muy becqueriano Rafael Montesinos, el esclarecido poeta de la calle Santa Clara. La finca Tarazona fue del padre de Montesinos hasta que la familia se arruinó y marchó a Madrid. El recuerdo de los olivares de Tarazona y Tarazonilla y de las mujeres apañando aceitunas está en los versos del autor de "Los años irreparables". Y he evocado Tarazona al saber que Zaudín Alto, donde han aparecido las ánforas con los 600 kilos de monedas romanas, fue de la familia de Bécquer, que también se arruinó, antes que el poeta naciera. Vidas paralelas entre Montesinos, su biógrafo, y Bécquer, con la calle Santa Clara al fondo y las golondrinas que anidan en el alero de la Casa de los Bucarellis. Los Bécquer, completamente tiesos, no sabían que estaban pisando millones. Como le pasaba a Sor Clara, la difunta abadesa de Santa Inés tantas veces recordada por mi dilecto Alvaro Pastor Torres, a la que el desamortizador Cardenal Bueno Monreal animaba a que vendiera el convento para que lo derribaran e hicieran pisos:

-- Sor Clara, no saben ustedes que están pisando millones...

Sevilla también pisa millones, como Sor Clara, que hizo oídos sordos al cardenal que vendió tanto patrimonio eclesiástico. Y ahí sigue el convento, gracias a Dios, con sus leyendas de Doña María Coronel y de Maese Pérez el organista. Sevilla pisa los millones de su habla, que aflora como las monedas romanas de las ánforas del Zaudín y resiste como los muros del convento de Santa Inés. Y para preservar este tesoro en el Museo Arqueológico del Habla Sevilla, aquí va, del tirón, la habitual sabatina con unas poquitas voces en trance de perdida:

Cañonazo.- Me he acordado del cañonazo con el plantón de las autoridades civiles a la Convidá a Patria de la Artillería en el homenaje a Daoiz del 2 de Mayo. El cañonazo, RAAA 74 al margen, es una medida sevillana. El cañonazo es la medida áurea para comprar pescao frito: "Niño, llégate a la freiduría de la Puertalarená y te traes un cañonazo de pescao frito", escucharía un joven Joaquín Moeckel muchas noches de montaje de pasos en su hermandad del Baratillo. ¿A cuántos kilos equivale la sevillanísima medida del cañonazo de pescao frito? Más que a kilos, a muchos cuartos y mitad y bastantes mitades del cuarto, que son medidas no menos sevillanas a efectos de freiduría. Cañonazos de pescao frito que se tomaban en una primitiva tertulia cofradiera ya extinta, que se reunía en una taberna de la calle Otumba y que por los papelones de pescao frito hablando incluso del Santontierro, tomó por nombre "El Cañonazo", lo que les sirvió luego para promover un azulejo en memoria del Brigada Rafael en su artillero barrio de San Bernardo.

Emparedado.- Con todos mis respetos y homenaje al emprendimiento (que suena a cofradía de Jerez) del empresario de Los 100 Montaditos, la sevillanìsima palabra de "emparedado" se ha perdido prácticamente. Se tira de anglicismo: sandwich. O de neologismos, como el referido montadito, tan sevillano antes de contar hasta 100. O del serranito, que quizá haya sido inventado también en nuestra tierra, por el ex-novillero José Luis Cabeza Hernández "José Luis del Serranito", el que le pone sintonías cantadas a los programas taurinos de Molés.

Peluso.- Ni rastas, ni coletas, ni esas nuevas palabras que se han inventado para denominar a los antisistema. Esa autoproclamada "gente", que se adjudica en exclusiva tal denominación, ha sido conocida en Sevilla toda la vida de Dios como "los pelusos". Incluso entraban en las cancioncillas de los juegos infantiles: "¿Dónde te has pelao?/En casa de Leal./¿Cuánto te ha costao?/ Un real, un real./Rá, rá, rá, ¡so peluso!". Toquen madera. Menuda pueden liar los pelusos el 26 de junio, vísperas de las Lagrimas de San Pedro. Que no van a ser nada para la pechá de llorar que nos vamos a pegar como salgan de las urnas los resultados que me estoy temiendo...

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