ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de mayo  de 2016               
                             
 

¿Hay oposición en Sevilla?

Probablemente su señora madre tuvo a Don Espadas en un parto con presentación de nalga. Nació de pie. Como es de derechas y no lo sabe, tiene a la Sevilla conservadora metida en el bote. ¿Y frente, qué tiene? Pues nada. Don Espadas será muy buena gente, pero el sistema democrático municipal no funciona, porque falla la mayor: la existencia de una oposición que controle al poder. Don Espadas tiene más suerte que un quebrado. Frente no tiene a nadie. En la entrevista con Javier Rubio la ha llamado "oposición de conformidad". ¿Dónde está la oposición del PP?

-- En El Palomar, joé, ¿dónde va a estar?

Pues en tal caso ha tenido que venir un palomo ladrón y se ha llevado a todos los concejales del PP como muy cerca a la Plaza de América, para que los niños les echen arvejones. Porque vérseles, no se les ve. Como se dice en Lenguaje Tertulianés, no han conseguido la visibilizaciòn. Y oír, no se les oye. Los periódicos tenemos que hacer las veces de oposición municipal. Los periódicos y emisoras de radio libres, que no pertenecemos a la Prensa del Movimiento, a los Medios de Comunicación del Régimen. Por no saber, no sabemos ni quién es el jefe o el portavoz de la oposición del PP en el Ayuntamiento. ¿Quién es? ¿Zoido aún, o Zoido se ha ido ya a Madrid? ¿Es Serrano me das candela y yo te dije gaché? ¿Es Juan Bueno, o Bueno ni siquiera está en el Ayuntamiento? El PP ha conseguido lo que parecía tela de difícil: que ni sus votantes sepan quiénes les representan en el Ayuntamiento frente al que es alcalde no gracias a las urnas, sino por el Pacto de Perdedores, cual le ocurre a Don Espadas. Le ha pasado al PP tras las municipales lo mismito que a Rajoy tras el 20-D: la cuestión debe de ser (lamentable) marca de la Casa PP. Han conseguido que nadie recuerde que ellos fueron los que ganaron las elecciones, y que si no gobiernan como lista más votada es por el habitual "cordón sanitario" al PP, que consiste en echar a los populares de los centros de poder, aunque sea apoyando a desastres como Kichi, Colau o Carmena.

¿Y Ciudadanos? ¿Dónde estará mi carro, digo, Ciudadanos? ¿Usted sabe siquiera cómo se llama el jefe de la supuesta oposición de Ciudadanos en el Ayuntamiento?

-- ¿Ah, pero Ciudadanos no apoyó a Espadas para ser alcalde?

-- No, eso fue al otro extremo de la Avenida. No en el Ayuntamiento, sino en San Telmo, donde Susana es presidenta de la Junta gracias al apoyo de Marín el del peluquín.

--¿Y cómo se puede estar de socio del PSOE en un extremo de la Avenida y de oposición al PSOE en el otro extremo?

-- ¡Eso digo yo! Vamos, como para que le entren a uno ganas de votar a Ciudadanos, que si sale con barbas es San Antón y, si no, la Purísima Concepción.

¿Dónde tiene entonces Espadas la oposición? Pues lo que son las cosas de las contradicciones y duales sevillanos; del símbolo de las dos caras del Jano de la fuente del patio de la Casa de Pilatos, querido Paco Robles que no me mangas la autoría de este topicazo, sino que, citándome, me apoquinas el copirray del Paraguay. Don Espadas tiene la mayor y más tenaz oposición en sus incómodos socios, en quienes le llevaron a la Alcaldía con el Pacto de Perdedores. Los que de verdad le meten las cabras en el corral son los comunistas por el plan antiguo de IU y los comunistas de la nueva hornada de la marca blanca de Podemos, que no sé si son podemitas de Hacendado o de Bosque Verde (¿mira que si los ha fabricado Pepe Moya en Persán?). Los que más quebraderos de cabeza dan al alcalde son sus propios socios. Más que esa inexistente oposición que deberían hacer PP y Ciudadanos, pero que ni están ni se les espera. Ahora, que no veas los saludazos que van a pegar los del PP con sus chaqueles en el Corpus, cuando pasen ante la Sevilla Eterna que está encantada de haber conocido a Espadas, el alcalde que es de derechas y no lo sabe. De estas cosas, como en los líos de lo que ahora llaman "terceras personas", el alcalde suele ser el último en enterarse.

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