ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC,de Sevilla, 11 de julio de 2016               
                             
 

Vaguetes

Me llega desde Alcalá un catálogo de clases de panes, así que ya pueden adivinar ustedes de qué Alcalá se trata. No es, evidentemente, Alcalá de los Gazules, ni Alcalá del Valle, ni Alcalá la Real, ni Alcalá de Henares, ni Alcalá del Río. Me llega por supuesto desde Alcalá de los Panaderos, como siempre le hemos llamado en Sevilla a Alcalá de Guadaíra, cuya cárcel de mujeres, con motivo del cumplimiento de condena de Isabel Pantoja, ha servido al menos para que España entera aprenda a decir Guadaíra, con acento en la "íra", deshaciendo el diptongo y el equívoco de llamarla de "Guadaira", con acento en la "áira".

Al catálogo nada más que le falta el olor a pan calentito del horno de las piezas amasadas del día, en este mundo de tantos bollos precocidos, que los meten en el restaurante o en el bar en el horno y a los cinco minutos de servírtelos, como no te los hayas comido y se hayan enfriado, aquello no es un mollete o una viena: es chicle. El catálogo es una maravilla de nombres perdidos a manos de la panadería industrial. Nombres alcalareños de toda la vida, los que traían los panaderos en los vagones de mercancías del tren del Alcalá, que tenía su propia estación junto a la de San Bernardo. En aquellos vagones del tren de Alcalá montaban sus mulas aparejadas con las blancas angarillas de lona y material, llenas con las piezas que tras desembarcar iban vendiendo por las calles de Sevilla.

Esos panes tradicionales y artesanos de los hornos de masa fresca de Alcalá son, entre otros, la barrita picá, la rosca alcalareña, la rosca sevillana (la clásica de las freidurías de pescado), el bollo, el picaíto, el mollete, la viena, la boba, la telera, la albarda, el retorcido, la regañá... Nombres y formas casi todos perdidos a manos, como digo, de la panadería industrial, que nos ha traído a Sevilla piezas de formas y nombres extrañísimos: la campesina, el payés, el payesito, la andaluza, la barrita o el baguete. Por no meternos en el mundo del integral, o del pan de pasas, o del pan de pipas, o del pan de aceitunas, que de todo hay y siempre precocido.

En cuanto a esa barra alargada de los bocadillos tamaño XXL, escribo baguete así, castellanizándolo, baguete, en transcripción fonética. Aunque la RAE lo ponga en el DRAE como un galicismo sin pulir: "baguette", con su doble te y todos sus avíos. Cuando al baguete bueno y calentito lo que hay que ponerle es una buena caña de lomo o un buen jamón para hacerte el bocata, y dejarte de tanta doble te. Pero baguetes los ha habido en Sevilla siempre, antes de los panes industriales afrancesados. Lo que pasa es que no se escribían con doble te, sino con uve: vaguetes. ¡Anda que no ha habido siempre en Sevilla vaguetes a los que les regalaban el pan que se comían, porque no la doblaron en su vida! Los ha habido y los sigue habiendo. Paso lista mental a una serie de sevillanos que quizá usted conoce y es increíble la cantidad de gente de vive aquí...de no doblarla. ¿De qué se alimentan? ¿Del aire, como los camaleones? ¿Cómo pagan la luz, el agua, el colegio de los niños, la cuenta de Mercadona? Heredaron, sí, pero hace la mar de tiempo y ya se han comido todos los cortijos que se tenían que comer. Y siguen sin doblarla, y, encima, cuando te ven te miran como si te perdonaran la vida. La mayoría viven de sus mujeres, que son las que son ricas por su casa o tienen un currelo fijo y son las que trabajan. ¿Cuántos vaguetes de Sevilla viven de sus mujeres y no la doblan los tíos y ni se molestan en llevar a los niños al colegio? ¿A que le están saliendo ahora mismo a usted docenas de tíos de esta calaña, de clásicos vaguetes sevillanos, flojos desde que sus padres eran novios? No dieron el braguetazo, pero siguen dando el butacazo: capacidad laboral por estrenar. Así que en el catálogo de panes tradicionales de Alcalá echo en falta no el baguete, sino el vaguete sevillano que no la dobla. Y como el catálogo alcalareño viene con fotos de las piezas, todos tendríamos la foto de diez o doce flojos de no doblarla para ponerla como del clásico Vaguete Sevillano que vive de su mujer. Qué arte, hijos...

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