ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 20 de enero  de 2016                
                             
 

Por boca de Rey

Echo de menos en España lo que dicen es costumbre en el Palacio de Buckingham del Reino Unido de la Gran Bretaña. Echo de menos eso mismo de "Reino Unido". ¡Qué maravilla, "Unido"! Y no este Reino de España, donde hay tantos mamones empeñados en desunirlo como lo más democrático del mundo. Unidad aparte, echo de menos lo que cuentan: que cuando la Reina Isabel va a recibir a alguien, un edecán de Palacio le da una breve teórica sobre usos y costumbres de la Corte de San Jaime y cómo han de comportarse ante la Soberana: qué reverencia deben hacer al saludarla; que no han de hablarle si ella no se dirige al visitante; que no hay que hacerle preguntas. Gracias a que se guardan ese distanciamiento y esas normas de respeto, la Reina de Inglaterra sigue siendo la Reina de Inglaterra por muchos años horribles que pase la Institución, y nadie pone en duda la vigencia y servicios que a la nación presta la Corona. Echo de menos algo así en La Zarzuela, ese chalé buenecito (en Sotogrande o en Guadalmina los hay mejores) que aquí pasa vergonzantemente por palacio real. Porque ya vieron: cuando el Rey Nuestro Señor da desde Palacio su Mensaje de Navidad, ea, ea, ea, el rojerío republicano se cabrea. Porque como no es el presidente de la República Francesa con todo su boato de poder en el Elíseo, sino el Rey de las Españas, pues, ¿dónde vamos a llegar, camarada? Tras el mensaje de Navidad hubo una verdadera toma demagógica no del Palacio de Invierno, sino contra Palacio en invierno.

Ahora que han comenzado las consultas regias para la formación de Gobierno tras las elecciones, echo de menos que en La Zarzuela haya un edecán que a los representantes de los partidos consultados los coja en un saloncito y antes de ver a Don Felipe VI les lea la cartilla. Pero bien leída:

-- Cuando entre Su Majestad, usted se cuadra y da un taconazo. Y si le ofrece la mano para dársela, usted se la da, al tiempo que inclina la cabeza. ¿En su pueblo de usted no dan "la cabezá" en los pésames de los entierros? Pues eso mismo debe usted hacer. Y si le invita a sentarse, se sienta. Y si no, permanece en pie hasta que él lo diga. Y si le pregunta, usted contesta. Y si no, hasta que él no hable, no abra la boca. No trate de hacerse el gracioso dorándole la píldora: "Qué bien va este año su Atlético de Madrid, ¿eh, Majestad?". Mejor que "Majestad", déle el tratamiento de "Señor". Y por supuesto le habla en tercera persona. Sepa que el "usted" está terminantemente prohibido ante el Rey. Ah, y lo más importante: de lo que le diga el Rey, usted, chitón. Es de muy mal gusto y de ninguna lealtad ni respeto andar contando lo que le dicho a uno el Rey. Así que al terminar la audiencia no me vaya a ir por ahí diciendo que si el Rey patatín y patatán.

El error es que Don Felipe VI, como antes su augusto padre, creen que los recibidos en audiencia saben y cumplen estas normas no escritas. Pero como en España no hay paladar para las tradiciones de la Corona y además nadie enseña estas cosas, pasa lo que pasa. Todo político recibido por el Rey en las consultas, primero que le habla de "usted" y de taconazo y cabezazo, cero cartón del 9; y después, que en cuanto salen, les falta tiempo para comentar lo que les ha dicho S.M. y para poner en boca del Monarca palabras que vaya usted a saber si el Rey ha pronunciado o no, como lo famoso de "Hablando se entiende la gente".

Veo a representantes de partidos que ni sé que existían (y mucho menos que hubieran sacado diputados), que al salir de la consulta regia largan como vecindonas todo lo que, según ellos, les ha dicho el Rey. Me recuerdan a Dominguín tras yacer con Ava Gadner. Cuando el Rey los despide, salen todos escopetados. Y si Don Felipe VI les preguntan dónde van con tanta bulla, responden como Luis Miguel a la mujer más bella del mundo mientras se volvía a poner los pantalones: "¿Que dónde voy tan ligero? ¡A contarlo!"

 

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