ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC, 22 de enero de 2017
                               
 

La corbata de Trump

Tuve el honor de que don Juan Valderrama Blanca (que se escribe así, pero se pronuncia "Juanito Valderrama" para la historia del cante y la canción) me contara su vida. Que recogí en el libro "Mi España querida". Porque el cantor de Torredelcampo, aunque hizo la guerra en el bando republicano y en un batallón anarquista, sentía a la Patria como orgullo propio, y al escribir "El Emigrante" como protocantautor no se le hubiera ocurrido en la vida decir, por ejemplo, "Adiós, mi Estado Español querido".

Valderrama fue un niño prodigio. Un Mozart de los fandangos y las tarantas, que su familia enseñaba orgullosa a cuantos artistas por el teatrillo del pueblo pasaban. Y llegó un día la compañía del Maestro de Maestros: de don José Tejada; "Pepe Marchena" en el siglo de los cantes de ida y vuelta y de la invención de la colombiana. El padre de Juanito, que era su amigo y lo idolatraba, quiso que "El Niño de Marchena" escuchase al suyo cantar. Y vistió a Juanito con sus mejores galas para llevarlo ante el maestro de maestros. Lo pusieron al pobre Juanito como a "El niño pobre" del romance de Juan Ramón Jiménez: "Le han puesto al niño un vestido/ absurdo, loco, ridículo". Trajecito que incluía, naturalmente, una corbata. Horrorosa y kilométricamente larga, que casi le llegaba a los pies. La cuestión fue que llevaron a Juanito Valderrama para que lo escuchara Marchena, quien se lo sentó en sus rodillas y le oyó deleitoso cómo imitaba uno de sus cantes más famosos, quizá "Los cuatro muleros". Tanto le gustó a Marchena la prodigiosa garganta de Valderrama, que, aun menor de edad, se lo quiso llevar en su compañía y así se lo pidió al padre, quien le espetó:

--No, porque se va a hacer un granuja como tú.

Y entonces Pepe Marchena se echó mano a la cartera, sacó un billete de cinco duros, y entregando las 25 pesetas al padre de Juanito Valderrama, le dijo muy solemne:

-- Pues entonces, toma esto para que por lo menos le compres al niño otra corbata, porque la que lleva ¡es horrorosa!

Seguro que la corbata del jovencísimo Valderrama cantándole a Marchena en Torredelcampo no era tan horrorosa como la de Donald Trump en su toma de posesión en Washington. A la corbata de Trump le pasaba como a la de Valderrama: que se notaba que llevaba corbata. Demasiado. Trump ha prometido muchos cambios, pero el primero comenzó con su toma de posesión. Viéndolo, comprobé que se puede ir con corbata y perfectamente despechugado. ¿Pero este hombre, con la cantidad de amigos riquísimos que tiene en su equipo, no ha tenido ninguno que le haya enseñado a abrocharse la chaqueta y el abrigo, y a dejar la corbata dentro, discreta y elegante, y no en plan "banderas al viento", haciéndola ondear como si fueran las barras y estrellas?

Yo creía que Donald Trump era del Partido Republicano. Pero en la toma de posesión vi por su corbata que nada de eso: es del Santander. Seguro que esa corbata se la mandó la hija de Botín. El director de la sucursal del Santander de mi barrio está siempre en su despacho, atareadísimo, casi de sol a sol, con una corbata que es igualita, igualita, igualita que la de Trump. Lo que pasa es que los del Santander saben llevar esa corporativa corbata roja con más estilito que Trump, que, claro, como se la habían regalado, no sabía el hombre cómo exhibirla. Yo, que soy partidario de Trump, temo que no sepa manejar las teclas del maletín nuclear quien no sabe siquiera abrocharse los botones de la chaqueta. Vamos, que estoy por hacer como Pepe Marchena con el padre de Valderrama: irme al Santander y ponerle una transferencia de 100 dólares a la Casa Blanca, con una observación que diga: "Tome, señor Trump, para que se compre otra corbata, porque la de la toma de posesión era horrorosa. ¡Y abróchese la chaqueta, hombre!".

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