Igual que en la Historia sigue habiendo grandes enigmas, cual el asesinato de Prim o saber por qué mataron a Kennedy en Dallas, en Sevilla también tenemos continuas incógnitas que nadie sabe explicar. Por ejemplo, por qué la corporación municipal no va ya bajo mazas cuando acude solemnemente en representación de la ciudad a alguna celebración en la Catedral, como el Corpus o la Virgen de los Reyes, sino que cada concejal se va por su cuenta, y quedan citados, un poner, en la Puerta de los Palos. Como si fuera para tomar café en La Ibense. Como es otra incógnita que 3 vías, 3, amplias como ellas solas, cual la Ronda Histórica, Luis Montoto y Eduardo Dato, sigan siendo de una sola dirección, cuando por la calle Luis Rosales, a la espalda del Virgen del Rocío, así de estrecha, se circula en ambos sentidos...y encima con coches aparcados.

Podíamos seguir hasta el infinito con los misterios insondables de Sevilla, pero les hago gracia de ellos para centrarme en los 2 grandes enigmas, 2, que actualmente tenemos sin resolver. Y ambos relacionados con sendos cajones de obra. Tras un cajón de obras puede ocurrir lo peor. ¡No tiene peligro ni ná un cajón de obras! Un cajón de obras hubo, por ejemplo, en Las Setas, y fíjense lo que salió de allí y cuándo terminaremos de pagar obra tan inútil como absolutamente prescindible. Un cajón de obras hubo en la Torre Pelli cuando la estaban sacando de cimientos, antes que Zoido, en plena campaña electoral, prometiera pararla si salía alcalde, cosa que no hizo, sino, por el contrario, fue hasta San Petersburgo a defenderla, con lo lejos que está San Petersburgo, para mí que como enviado especial del virrey pulido y abrillantado que le dejó a los cielos de Sevilla esta jangá por los siglos de los siglos. Los dos grandes enigmas con cajón de obras a los que no acabo de llegar con tantos rodeos y hervores del agua del radiador son, a saber:

1. ¿Qué demonios están haciendo en el Paseo Alcalde Marqués del Contadero, a la orillita del río, tras ese cajón de obras del Paseo Colón que ya cobra trienios? ¿Qué mamarrachada van a descubrir allí cuando quiten las vallas? ¿De la familia de qué divino arquitecto tendremos que acordarnos cuando la veamos? ¿Cuánto nos va a costar? ¿Y con qué sobreprecio sobre el presupuesto inicial? ¿Y de verdad que era necesario gastarse ese dinero para la modernez que nos tememos cuando se descubra, y nunca mejor dicho, la tostada?

2.- ¿Qué demonios están haciendo en la amplia explanada de tanto sabor que había delante de la fachada principal de la histórica Estación de San Bernardo (1902), vulgo de Cádiz? ¿Cómo es que están perpetrando allí lo que anden cometiendo, cuando la estructura del ingeniero Agustín Juberd de la centenaria estación de los Ferrocarriles Andaluces está pidiendo a gritos por lo menos una manita de minio, porque sus hierros se están oxidando y pudriendo? ¿Cuánto nos va a costar la conversión de la explanada de tantas despedidas en una plaza dura? ¿Era necesaria?

Pero lo peor, ay, es que de momento han levantado todos los centenarios adoquines de Gerena, de los grandes, de los tallados a mano por los canteros, que pavimentaban esa explanada. Mirando a la antigua fachada, a la derecha, se ve una lamentable y triste pirámide de valiosísimnos y únicos adoquines de Gerena centenarios, amontonados, por los que los anticuarios de materiales de construcción darían un dineral. ¿Van a volver a poner esos adoquines, o pasará como en el Muelle de Nueva York, que quitaron y tiraron al vertedero piezas única e irrepetibles como las que hacen esta pirámide de desecho de la antigua Estación de Cádiz? ¿Por qué hay en Sevilla esta saña contra los adoquines antiguos de los canteros de Gerena y los sustituyen por piezas cortadas a máquina, de serie, sin valor alguno? Sé la razón: no quieren ni oír hablar de adoquines. Demasiados adoquines tienen ya colocados los partidos políticos en la corporación municipal...

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