ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 17 de marzo de 2017
                               
 

San Bartolo...¿qué?

Cuando El Salvador se iba a hundir, Joaquín Moeckel dio, a lo Rodrigo de Triana, el "¡Ruina a la vista!" que movilizó a la remolona y escasa sociedad civil sevillana para salvar un templo que, al fin y a la postre, hemos perdido. No se hundió, pero le han quitado toda vida y lo han museificado para que los turistas pasen por taquilla. El Salvador sigue siendo El Salvador, pero ya no es El Salvador: usted me entiende perfectamente lo que le quiero decir.

Ahora el señor arzobispo da el grito de alarma para que salvemos la torre de la iglesia de San Bartolomé, que se está cayendo. Y para que remocemos ese templo, joya barroca en la que no sé cómo la Junta hizo la llamada "restauración" que perpetró, gastándose un dineral en lo superfluo, como fue poner el suelo porcelanoso total y unas puertas de cristales que aquello parece una cafetería más que una parroquia. La Junta no restauró San Bartolomé, y buenos dineros que se gastó, y a la vista está. Dejó que el moderno paniaguado de turno se hartara de hacer mamarrachadas innecesarias y superfluas, dejando fuera lo principal, como la torre y el conjunto del edificio. Ahora una "Junta de Reparación" (yo la llamaría más bien de desagravio), donde está la autoridad de Vicente Lleó, vecino de la feligresía, hace un llamamiento, total, para media pringá que se necesita para arreglar lo más urgente: 200.000 euros. Doscientos mil euros se los gasta Susana en memoria histórica en menos que María del Monte canta una sevillana. ¿Que mejor memoria que San Bartolomé, hija, y la expulsión de los judíos? En esta Andalucía cuya Junta tira literalmente el dinero en puentes para los linces, es mucho más importante salvar esta joya. Aunque si usted le pregunta a cualquier sevillano, no sabe dónde está San Bartolo...¿qué?, ni ha puesto un pie en su vida en San Bartolomé. Hombre, cuando salían de allí las que fueron "Aguas de San Jacinto" y luego "Aguas de San Bartolomé", las que ahora son "Aguas de la Calle Dos de Mayo" era otra cosa con este tesoro de la vieja Judería.

Ay, la Judería... La de San Bartolomé es la verdadera, intacta, impoluta, no degradada Judería de Sevilla. La extensa Judería sevillana, donde se quedaron los judíos desde la Reconquista hasta su expulsión por los Reyes Católicos, tenía sus sinagogas en Santa María la Blanca, Santa Cruz y San Bartolomé. La Judería estaba formada por las actuales feligresías de Santa Cruz y de San Bartolomé. A Santa Cruz le cayó la china de que en vísperas de la Exposición Iberoamericana de 1929 la cogiera el Marqués de Vega Inclán y la folklorizara, convirtiéndola en una postal arquitectónica de los tópicos sevillanos, el azulejito y la rejita, haciéndola como un escenario teatral para los turistas. Y así la Judería de Santa Cruz ha ido, como el banderillero de Belmonte, degenerando, degenerando, hasta convertirse en el horror actual: la degradación turística más absoluta, un inmenso comedero al aire libre, una horrible tienda de camisetas y de falsos "recuerdos de Sevilla". ¡Menudo recuerdo de Sevilla se llevarán los turistas con este Barrio de Santa Cruz cada día más envilecido y desnaturalizado!

Pero nos quedaba y afortunadamente nos queda la verdad histórica y arquitectónica de la Judería de San Bartolomé. La intacta. La no degradada nunca por el turismo. La que vas por sus estrechas calles y escuchas en el silencio tus propios pasos. Verdadera Judería de la calle Verde, de Céspedes, de Levíes, de la calle San Clemente, de la calle Virgen de la Alegría. Ya la cercan, ya la cercan, diremos como en un romance, los veladores y los cochambrosos bares turísticos por Santa María la Blanca. Pero es su borde exterior. El interior de la Judería de San Bartolomé sigue intacto, en parte gracias a la labor del Duque de Segorbe desde su empresa Pro Sevilla en los años 70 y 80. Salvemos, pues, su torre. Pero, por favor, no les digamos a los del negocio turístico dónde está la Judería de San Bartolomé, que son capaces de llegar y llenarlo todo de veladores, de restaurantes de paella prefabricada y de tiendas de delantales de lunares.

 

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