ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 4 de mayo de 2017
                               
 

Los recepcionistas

Al leer el título, usted ha podido creer que este artículo versa sobre los siete u ocho mil nuevos hoteles que se han abierto en Sevilla. Hasta donde estaban las antológicas e históricas bandejas de pescao frito del Bar Colón, en el paseo del mismo nombre, frente al Puente de Triana, van a abrir uno. De cuatro estrellas, naturalmente. Al paso que vamos, en Sevilla va a haber de estrellas de hoteles más que de cine en Hollywood. Pero esto no va sobre los recepcionistas de hotel, honroso y respetable oficio, refinadísimos profesionales en algunos casos, como los del Hotel Alfonso XIII de tiempos de don Antonio Lopera, que con su uniforme de media etiqueta tenían más caché que muchos clientes. Les pasaba como a los criados de ciertas casas nobiliarias, que terminan teniendo mucha más clase que los propios coronados a quienes sirven.

En la barroca y dual Sevilla, y en días de Feria, le hemos dado la vuelta a la palabra "recepcionista", hemos vuelto el calcetín del idioma. En el DRAE, "recepcionista" es la "persona encargada de atender al público en una oficina de recepción". No habla el Diccionario ni de hostelería ni de mostradores de Urgencias en las clínicas; pero por antonomasia el recepcionista era el de los grandes hoteles; el que tenía su mostrador junto al conserje con las llaves de oro en la solapa de su uniforme. Pero en estos días tenemos en Sevilla otra clase de recepcionistas: son los que no se pierden una sola recepción oficial en la Feria. Ves las fotos de estas recepciones, la de Capitanía, la de Cajasol, la de Endesa, y sigan poniendo empresas e instituciones públicas, y es que ves en todas las colecciones de retratos las mismas caras. Y si quieren, empiezo a dar nombres, que son los mismos que usted tiene ahora mismito en la punta de la lengua. ¿A qué está usted pensando en el mismo pintamonas que yo, que está en todas partes y en todas las fotos de la Feria, que no se pierde una, que seguro que si no está invitado se cuela de gorrón, con tal de salir en la foto con el consejero, o con el alcalde, o con el presidente del Banco, o con el director general de la empresa, o incluso con un camarero la mar de simpático de Benacazón, que no vean cómo no para el tío de traer bandejas de jamón al grupo donde está usted copita en mano?

Antes, para ser alguien en la Feria, tenías que enganchar. ¡Ay, aquellos tiempos de Panales, el cochero de los Guardiola, o de Mata, el de los Domecq! ¡Ay, esos Ramos-Paúl y esos Pablo-Romero entrando en grupo familiar a caballo en la Feria del Prado! Enganchaban los que tenían que enganchar, y no como ahora, que un herrero de pueblo te hace un carrodoma, alquilas dos yeguas y te crees Doña Petra de la Riva, ¡hala, a pintar la mona a la Feria! Por eso, para distinguirse, ahora no basta con enganchar. Para ser alguien en Sevilla tienes que dar una recepción oficial en tu caseta, mandando invitaciones por correo de papel o electrónico, y con tus encargados de Relaciones Institucionales echando horas extras, ¡venga "mailing"! Y para ser alguien en Sevilla, también hay que ir cada día a una recepción oficial en una caseta de Feria. Y salir en la foto, que es de lo que se trata. O presumir en la caseta donde se ha entrado de gorrón:

-- Os dejo, porque vengo de la recepción de Endesa y tengo que ir saludar por lo menos en la de la Guardia Civil.

De modo y manera que verán ustedes que hemos inventado el Recepcionista de Feria, el que no se pierde una recepción. Es una especie de Gorrón Especializado, con invitación. No gañotea copas de manzanilla Solear (que se me olvidó el otro día en la sanluqueña nómina) o raciones de jamón. Gañotea fama, que es lo más buscado en esta Ciudad de las Vanidades que es la Feria. Los recepcionistas de Feria son los mejores relaciones públicas. ¿De la empresa donde trabajan, de su despacho de abogados? No, son los mejores relaciones públicas de sí mismos. Como tantos y tantos de Sevilla que se dedican a hacerse la autopropaganda de lo importantes que son...

 

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