Hay días en que pasas por el puente de Los Remedios y te encuentras casi pegadito a la barandilla como un bloque de la Avenida de Reina Mercedes o de los pisos de la Diputación de Eduardo Dato que se hubiera venido navegando río arriba, ahora que dicen que el Guadalquivir ha ganado 20 centímetros de calado. Por cierto, hablando de calado. A los que no hemos calado es a quienes se oponen al dragado integral del río, para que Sevilla vuelva a ser Puerto y Puerta de las Indias y para que el tráfico de mercancías por el único muelle fluvial de España sea una fuente de riqueza. Digo que hay días que por el Puente de los Remedios las barandillas se menean cuando pasas, de asombro ante las dimensiones de algún crucero atracado allí. A mí esto de los cruceros me hace mucha gracia. La gente que vive todo el año encerrada en un bloque de pisos, cuando coge las vacaciones, va y se mete en otro bloque, aunque flotante, al llaman crucero, un horror. Con cuya llegada los del Ayuntamiento se ponen muy contentos. Como ha ocurrido con el último, el "Sirena", que era como los pisos de La Estrella de alto, una colmena de la que salieron para visitar Sevilla 1.000 turistas, 1.000. Con sus correspondientes calzones cortos, chanclas y botella de agua mineral en la mano o metida en el bolsillo del pantalón corto, que es la última moda turística, como pueden observar si se pasan por la Torre del Oro, donde paran los autobuses del GG: el Garbeo de Guiris.
¿Dejan tanto dinero en Sevilla los cruceros turísticos? Camas de hotel desde luego que no ocupan, y mira que hay hoteles, y que se están construyendo hoteles, y proyectando hoteles. Los cruceros dejan bandadas de turistas de mucho mirar y poco gastar, me parece. Y no le arriendo las ganancias a Cádiz, donde leerían ayer en ABC que llegaron al mismo tiempo 4 cruceros, 4, al Muelle Ciudad, que dejaron a la Tacita colapsada al desembarcar nada menos que 17.264 turistas. Leerían que en la Calle de la Pelota no se podía dar un paso. Y con decir que hubo turista que llegó desde el Muelle Ciudad a La Caleta...
Haya o no haya cruceros en el río, Sevilla está tan llena de turistas siempre como Cádiz con cuatro barcos en el muelle. En los sitios de los que los llaman "emblemáticos" (¡toma ya palabrita!) y especialmente en los más turísticos, como la Plaza Virgen de los Reyes, Mateos Gago, el Parque Temático de Santa Cruz, la calle Alemanes, la Avenida y la retratadísima Adriática, el edificio neomudéjar al que le hacen más fotos del mundo, sobre todo por la noche, cuando está iluminado. (Ay, esa esquina de Filella, que en paz descanse...) ¿Que en Cádiz desembarcaron 17.264 turistas de cuatro cruceros? Eso no es nada. Ese contingente desembarca aquí todos los días, entre los autobuses que aparcan en El Foso y en la calle Rábida, el Ave, los vuelos "low cost" a San Pablo y los coches particulares de matrículas europeas o los españoles de alquiler.
Los sevillanos estamos llegando a sentirnos extranjeros en nuestra propia tierra, con la turistificación. ¿Más cruceros quieren? ¿Y dónde vamos a meter los turistas? Hagan la prueba de pasar por la calle Alemanes, de la Punta del Diamante hacia Matacanónigos (la del perfume "Eau de Meada de Caballo"), y cuente los que vea con pinta de sevillanos. Y como, además, muchos sevillanos se disfrazan de turistas, con el uniforme zarrapastroso de reglamento... Pues no hay forma. Estamos llegando al ideal de Antonio Machado: "Sevilla sin sevillanos". Sí, "Sevilla sin sevillanos" pero con una jartá de turistas ocupándolo y copándolo todo. Entre usted en el Amorino de frente a la Puerta de San Miguel de la Catedral, siempre lleno de chinos. Mire las colas para entrar en el Alcázar. Lo que pasa sobre el deseo Machado es que decía: "Sevilla sin sevillanos, qué maravilla". No sabía que llegaría un tiempo, el presente, en que algunos tendríamos que pegarle media verónica a la cita: "Sevilla sin sevillanos, qué pesadilla" (con tantísimo turista).
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