ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 2 de septiembre de 2017
                               
 

Eco de sociedad para Conchichi

Sostengo que morirse en Sevilla en pleno agosto es una forma bastante aproximada de poder alcanzar la inmortalidad. Como media Sevilla anda en los baños y la otra media de viaje por España o el extranjero, no se entera mucha gente de quién ha muerto. Y, durante años, los siguen dando por vivos. Por enfermos quizá, o recluidos en su casa sin salir, pero nunca por fallecidos, porque ni vieron su esquela en el ABC ni el tan-tan de la muerte los llamó para decirles a qué hora era la misa en el tanatorio. Hasta que un día surge en la conversación ese olvidado sevillano, y al comprobar el otro que lo das por todavía presente entre nosotros, te aclara:

-- ¿Pero no te enteraste que murió?

-- ¿Cuándo?

-- Pues por lo menos hace dos veranos.

-- Claro, como me cogería de viaje, ni me enteré.

Algo así puede que le haya ocurrido a mi querida Conchichi Ribelles, a la personalísima e irrepetible antigua alumna de las Irlandesas de Castilleja que durante años y años, de toda la vida, redactó los "Ecos de Sociedad" de ABC. Conchichi, Concepción Ribelles Aguilera, se nos fue para siempre desde su piso de la Plaza de Cuba a comienzos de agosto, y sé que ahora se estarán enterando de su muerte muchos de los que fueron sus lectores diarios o los protagonistas de sus "Ecos": los niños de sus natalicios en la Clínica de Fátima; las abuelas que salieron mocitas en sus peticiones de mano; los jóvenes abogados que ostentaban la representación judicial en las reseñas de sus bodas; las niñas que portaban las arras en sus bodas de Los Venerables o de la iglesia del Señor San Jorge.

Conchichi fue la primera mujer que ejerció el periodismo en Sevilla. Tendrían que pasar muchos años para que a la Redacción de ABC llegaran otras pioneras como Margarita Seco o Margarita Jiménez, fichadas por el director Nicolás Salas. Que planteaban un problema logístico que sólo advirtió nuestro Patrón, el inolvidable Don Guillermo Luca de Tena:

-- Nicolás, muy bien que fiches redactoras. ¿Pero tú has pensado que en la Redacción no hay baños para señoras? No te preocupes, que usen el de mi despacho.

Conchichi apenas venía por la Redacción de Cardenal Ilundain. Alcántara el chófer iba cada día a su casa a recogerle el original. Conchichi estaba donde tenía que estar: en la calle, de tienda en tienda, libreta en mano, de Joyería Reyes al Peyré de la Plaza de San Francisco de Luis Becerra; de Meguerry a El Capricho; de Uclés a Galán. Allí se enteraba de las noticias que luego sacaba en sus "Ecos de Sociedad"; le dejaban las reseñas de bodas; le anunciaban los natalicios; se enteraba de los viajeros: "A la capital de España marcharon los señores de..." No, no era Prensa Rosa. Era la sociedad de Sevilla la que salía en la sección de Conchichi. Salir allí era casi como probar apellidos ante la Junta de Recibidores de la Real Maestranza. No sacaba a cualquiera, sino a los que tenían que salir. Le venía Blázquez con la reseña de la boda de unos amiguetes, y Conchichi, negándose a publicarla, le decía muy enérgica:

-- ¿Pero cómo los voy a poner, Jóse, si he mirado en la guía y estos señores no tienen ni teléfono?

Ay, aquellas listas de las onomásticas, en las que por orden jerárquico celebraban su santo los duques, los marqueses, los condes, los vizcondes, las señoras, las señoritas y los señores que tenían que celebrarlo...porque tenían teléfono y se apellidaban como se apellidaban. ¡Y lo que callaba Conchichi, sabiéndolo! Aquella Sevilla, aquella sociedad, aquellas tiendas que recorría cada mañana, ya murieron. Antes que ella. Por eso, irrepetible, insobornable, arrolladora, querida Conchichi, como si me hubiera enterado en el mostrador de Macarro, te pongo ahora en mis "Ecos de Sociedad": "Viajeros.- A la gloria eterna marchó nuestra compañera de Redacción doña Conchichi Ribelles, llevándose con ella el recuerdo de una Sevilla que también murió".

Obituario de Conchichi Ribelles en ABC de Sevilla (click)

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