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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


 

ABC de Sevilla, 9 de octubre de 2017
                               
 

De cero...al infinito

Pues no. Esto no va sobre el libro de Arthur Koestler, el interesantísimo personaje que tiene una novela sobre su estancia en Sevilla durante los primeros meses de la guerra civil, en los que fue tomado por lo que era, por espía, y fue condenado y recluido de febrero a mayo de 1937 en la cárcel de Ranilla, donde por cierto, según cuenta en sus memorias de "La flecha en el azul" (1952) compartió celda con don Ángel Casal Casado. Que no era otro que Casal el de los Bolsos, el que luego se autoproclamó Rey de los Bolsos en la calle Sierpes, encarcelado por haber sido concejal por el partido galleguista de la ORGA de su amigo y paisano Casares Quiroga en el ayuntamiento del alcalde Horacio Hermoso durante el Frente Popular y hasta que fue detenido en la Casa Grande de San Francisco, donde se había recluido con toda la corporación municipal adicta a la República en el trágico 18 de julio de 1936.

No, esto no va sobre Arthur Koestler. Esto va de manera que cuando vaya usted leyéndolo por la mitad va a creer que es un anuncio de La Cruz del Campo o de la Coca Cola. Que no es en absoluto. Aunque trate, eso sí, de la evolución de las costumbres y gustos de los sevillanos con ambas popularísimas bebidas, que creo yo que entre las dos copan al menos el 80 por ciento de los bebestibles que se toman en los bares, cafés aparte. Tanta preocupación hay por mantener la línea; por no coger kilos como si fuera uno el patero de Los Caballos por la Cuesta del Bacalao; por seguir una alimentación sana, que observe, observe en los bares cuando la gente le pide la bebida al camarero en la barra o en uno de los 15.024 veladores que hay en Sevilla. Ya casi nadie pide una cerveza a secas o una cocacola normalita. Cada vez más la gente se ha apuntado más al "sin" y al "cero". Pero con complicaciones y variantes. Antes había dos clases de Cruzcampo, ¿no?: normal y sin alcohol, la popular y maravillosa "sin". Bueno, pues ya eso es mucho más complicado. Como cuando don Eugenio d'Ors le daba a leer el último artículo a su criada, y ,si la fámula lo entendía, decía: "Pues compliquémoslo". Lo de la cerveza de ha complicado bastante. Pides una Cruzcampo sin alcohol, así, tal como lo acabo de escribir, y si el camarero es un profesional y no "personal de Hostelería" sin contrato indefinido ni idea del oficio, te devuelve la pelota:

-- ¿Pero la quiere usted Cruzcampo "sin" o "0,0"?

Y te lo dice con ojana 0,0 por ciento, porque la cosa es así de complicada. En la dual Sevilla, he visto que los antiguos cerveceros "sin" se han dividido en dos grupos: los que se han apuntado a la "0,0" y los que siguen fieles a la "sin" de toda la vida, de la que además dicen que sabe más a Cruzcampo de verdad que la otra nueva.

Pero eso es nada al lado de la que han liado las dietas y los regímenes alimenticios con la Coca Cola y la adaptación de esta bebida americana a los gustos del mercado. Observe, observe también en barras y veladores. Ya casi nadie pide una cocacola simplemente. Una cocacola de toda la vida, con su azúcar y su cafeína, que dicen que te da energía y te mantiene más despierto que un penitente del Gran Poder a las 4 de mañana. Esa de toda la vida ha pasado a ser llamada "cocacola clásica", que suena a Bach o a Beethoven, y puede usted identificar sus botellas porque tienen un tapón con el platillo en rojo. Apenas se ven. Ya todo el mundo pide una "light", o "una light sin cafeína" (que también las he visto así en el Mercadona), o una "cocacola zero" (con zeta) o lo que ya es el summum de los regímenes y las dietas: la "cocacola zero zero". De modo que un parguelón con mucha gracia, cuando escuchó la vez primera que alguien de su reunión pedía una "coca cola zero zero", dijo con todo el ángel del mundo:

-- Niño, ¿pero tú qué es lo que quieres pedir? ¿Una cocacola o el resultado del Betis?

Sólo le faltó añadir que la "cocacola zero zero" es la equis en la quiniela de la moda de las dietas para no echar tripita.

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