Habían quedado a las diez y media de la mañana, pero a las diez y cuarto recibió una llamada en el teléfono móvil. Se le escuchaba, más que la voz, la indignación:
-- Perdona, pero he quedado a las diez y media contigo y no sé a qué hora voy a llegar, y si voy a poder llegar, porque he sacado el coche del aparcamiento y me he encontrado con que está toda Sevilla cortada por culpa del maratón.
-- ¿Y no has hablado con el guardia, para que te deje pasar?
-- Sí, que he hablado.
-- ¿Y qué te ha dicho?
-- Que vuelva a dejar en coche en el aparcamiento y me vaya andando, porque prácticamente Sevilla está cortada enterita.
Y así, cientos de historias personales por culpa del dichoso maratón, del que usted quizá sería ayer forzado sufridor. Darán la cifra de cuántos dorsales se entregaron, y de cuántos "carreristas" (como decía El Pali, que de joven practicó este deporte) participaron. Lo que no sé dirá, porque no interesa, es lo que me atrevo a preguntar. Con números, como los dorsales de marras:
1.- ¿Cuántos sevillanos y turistas perdieron ayer el avión por culpa del maratón?
2.- ¿Cuantos sevillanos y turistas perdieron el Ave por culpa del maratón?
3.- ¿Cuántos viajeros del Ave que llegaron a Sevilla no pudieron ir a su destino final, a su casa o su hotel, porque todo estaba cortado con el maratón de los co...rredores?
4.- ¿Cuántos quedaron mal, por llegar tarde o no poder llegar a una cita por culpa del maratón?
Y las dos preguntas del millón, que también doy con números, como los dorsales
1.- ¿Merece la pena tener cortada y paralizada toda una ciudad durante más de seis horas, una mañana entera hasta bien entrada la tarde, por culpa de un maratón?
2.- Patrocinios publicitarios con nombre de ciudad suiza aparte, ¿deja tantos beneficios a Sevilla el anual maratón como para tener paralizada a la ciudad y a sus habitantes como apresados en islas de circulación no ya cortada, sino imposible?
Sí, ya lo sé, no me digan el argumento en contra de mis preguntas y de mi indignación, pues me lo conozco de sobra, de muchos otros años. Ese que dice:
-- Pues en Semana Santa también se corta la ciudad entera y nadie protesta.
No, señor mío, no: la ciudad entera no. El centro, y, en el mejor de los casos, la Sevilla intramuros de la antigua cerca. Pero no siempre y todo al mismo tiempo, sino por tramos. Si está pasando la del Porvenir se corta El Foso y se corta la Puerta Jerez, pero usted puede ir perfectamente por Torneo o por el Paseo Colón. Pero el maratón paraliza a Sevilla entera, de la Ronda del Tamarguillo a la de Triana, de Alcalde Manuel del Valle a Manuel Siurot. Y por descontado la Avenida, y La Campana (sin veladores), y La Alameda, y Arjona, y República Argentina. Usted lo vio y lo sufrió: Sevilla entera. Desde bien temprano. Y en algunos casos, como la Avenida de Carlos III, donde deben ir quienes tienen su trabajo en La Cartuja, cortada desde la tarde antes, desde el sábado. Todo en honor de los keniatas, los eritreos y los etíopes que, como sus antepasados corrían tanto delante de los leones que los perseguían, son los que genéticamente están mejor preparados para ganar estas carreras. Que serán muy deportivas y todo lo que quieran, pero me parecen absurdas: paralizar Sevilla y que nos den por saco a los sevillanos por un afán de imitar a Nueva York o Berlín, los maratones que de verdad cuentan en internacionalmente. Si quieren correr, ¿no podían hacer el maratón dando vueltas por La Cartuja y por el alfoz, y no fastidiarnos cada año a los sevillanos con la ciudad paralizada, como en la cancioncilla infantil? La que dice: "A atajar la calle,/que no pase nadie,/ná más que tres tìos/que les falta el aire/de lo que han corrío".
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