El almanaque aprieta, pero no ahoga. Y menos el calendario de fiestas de Sevilla, que creo que dan nota a quien se sepa las fechas de las móviles, como el Corpus o como la propia Feria que acaba de terminar. Se terminó la Feria y se acabó lo que se daba para los que la ponían como algo muy lejano, "ad calendas graecas", para cumplir con alguna obligación, promesa o (lo que es peor), pago atrasado. Ya hablamos de ellos, de los que les querían cobrar en el mes de febrero una cantidad que debían hacía mucho tiempo y decían:
-- Mira, mejor lo dejamos para después de la Semana Santa. Descuida, que después de la Semana Santa te pago sin falta.
Y pasó la Semana Santa, y pasó el Resucitado, y pasó la Virgen de la Aurora, y cuando el mismísimo Lunes de la Pascua Florida, "sin falta", como él mismo dijo, lo llamó usted para que por fin aflojara la telanda o la pastora (imperio) adeudada, que no quería liquidarle desde hacía tanto tiempo, le dijo:
-- Perdona, pero ahora me coges con muchas cosas atrasadas por culpa de la Semana Santa. ¿Por qué no lo dejamos mejor para después de Feria?
Dar largas se llama la figura. En lo que los sevillanos tiesos son unos verdaderos artistas. Unos virtuosos. Todos esos que se resisten a pagar lo que deben son los que ha visto usted retratados en los papeles como unos señores por la Feria, presumiendo no sé, la verdad, no sé de qué presumen tanto, con las trampas que van dejando por donde pasan. A todo cerdo le llega su San Martín y a todo tieso o flojo el tener que hacer lo que dejó "para después de Feria". Ea, hoy es ya "después de Feria". Y usted, que es el que hace meses que está intentando cobrarle a este tieso de Sevilla, a este miarma de libro, de gomina hasta las mismas trancas, presumido como pocos, que se ha pasado la Feria del Aero al coche de caballos y del coche de caballos a la barrera de la plaza de los toros (siempre retratadísimo por do quiera que iba), como cree que ciertos paisanos nuestros tienen palabra, seguro que es tan inocente y crédulo que hoy descuelga el teléfono y lo llama, para decirle:
-- Oye, que te llamo para ver si nos vemos y me pagas por fin esa factura que tenemos pendiente desde el mes de enero.
-- ¿Qué factura?-- dice el tío, con toda la cara del mundo.
--¿No te acuerdas? La que me dijiste que me ibas a pagar cuando pasara la Semana Santa y después que se te habían juntado muchas cosas y mejor que lo dejáramos para después de Feria. Y como ya ha pasado la Feria, por eso te llamo, para que me digas si me paso por tu oficina para cobrarla, porque ya he perdido las esperanzas de que me pongas esa transferencia que me prometiste, que hasta te mandé mi IBAN y todo. Bueno, mi IBAN, mi Vanessa y todos los nombres de canis con bolsa de plástico del lote de la botellona que se te ocurran.
Y el tío, con la desfachatez que gastarse suelen estos lamentables personajes de Sevilla que hacen que nos llamen por ahí a todos "miarmas", va, y tan tranquilo, contesta:
-- ¡Ah, sí, ahora recuerdo! Pero mira, chico, como en Feria no hemos trabajado apenas dos mañanas, no te puedes imaginar la cantidad de asuntos pendientes que tenemos, y algunos de ellos urgentes. Déjame unos días, por favor, y descuida, que en unos días acabamos con esto, que a mí es al primero que le interesa liquidar.
Y hace un silencio, tras el cual, el tío cara va y suelta con la mayor sinvergonzonería del mundo:
-- Aunque pensándolo mejor, y como estas que vienen siguen siendo para nosotros unas fechas de mucho ajetreo también, ¿por qué no lo dejamos para después del Rocío?
Y usted se queda sin cobrar su factura no hasta después del Rocío, sino hasta que el tío haya vuelto de veranear en Sotogrande o en Vistahermosa, de seguir gastándose el dinero que no tiene, tras haberse comido cuatro cortijos: uno suyo y tres de su mujer.
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