No sé si serán los precios, si las facilidades del AVE o los vuelos baratos de las líneas "low cost", pero si Sevilla no es la capital nacional de las despedidas de soltero, cerca debe de andarle. Lo cual, para Sevilla, no creo que signifique mucho económicamente. No es precisamente el turismo de calidad de busca el alcalde Juan Espadas por España y por el extranjero, el de los hoteles de la cadena Four Season y similares de alto nivel. Leí que cada señor o señorita de los que vienen en el grupo de una despedida de soltero deja en Sevilla una media de 50 euros, 50. Traduzco al sevillano antiguo: ni media pringá. Lo cual nos hace pensar que Sevilla, al ser la capital de las despedidas de soltero, se ha convertido en el centro nacional de recibimiento de gamberros. Y digo yo: ¿no se puede uno despedir de soltero sin hacer el mamarracho por las calles en Sevilla? Una chica, ¿no puede casarse sin tener que ir con el tul blanco de un velo y un ajado ramo de jaramagos en la mano, acompañada por una corte de amigas vestidas todas con trajes de flamenca de los veinte duros comprados en la tienda de los chinos?
Me inquietan estas gamberradas tan desagradables de las despedidas de soltero, como le repugnarán a usted. ¿En qué hoteles o pensiones, de los llamados ahora hostales u hosteles, se quedan? ¿Quién les preparó el viaje? ¿Hay agencias especializadas en este turismo gamberro que como una maldición le ha caído a Sevilla? A lo mejor las preguntas que me hago, y que quizá usted también se haya formulado, son vanas e incluso contraproducentes para los que están encantados, porque han encontrado un filón en el gamberreo de las despedidas de soltero, esos que alquilan ese carricoche de pedales, con forma de jardinera antigua de tranvìa, que van todos venga a pedalear sentados como de canto con respecto al sentido de la marcha, y aquello apenas avanza, aunque creo que llevan unos pitorros para estar bebiendo cerveza a chorro continuamente. Digo que alguien le tiene que estar sacando un dinero a este turismo cochambroso y deleznable de las despedidas de soltero, a la poca vergüenza de las tías con un pene de plástico en la cabeza a modo de peineta y ordinarieces subidas de tono mucho mayores.
En materia de industria, todo el mundo se la coge con un papel de fumar en Sevilla, que si es contaminante o no es contaminante, que si crea mucho empleo o poco. Pero, hijo, ha llegado este sunami del turismo y todo el mundo chitón, encantados, intentando sacar su tajada del negocio de la manera que sea. El año pasado, según cifras recién publicadas, tuvo Sevilla un récord histórico de visitantes, con esta burbuja del turismo. Nos llegaron tres millones y medio de turistas. Hubo 6,43 millones de pernoctaciones en hoteles. Los turistas extranjeros representaron un 56 por ciento del total, procedentes principalmente de Francia, Reino Unido e Italia. También aumentó la llegada de turistas alemanes, portugueses y marroquíes, fundamentalmente por el establecimiento de vuelos directos (y baratos) entre esos países y el aeropuerto de San Pablo. ¡Ah, y chinos! En 2017 vinieron a Sevilla cerca de 62.000 turistas chinos. A los que les pasa como a los moros de Queipo de Llano: que como todos son iguales y haciéndose los mismos selfis con la vara larga, parece que son 62 millones.
Las que no encuentro son estadísticas sobre despedidas de soltero, cuántos tíos como castillos se vinieron a Sevilla a gamberrear, a disfrazarse como en un Carnaval y a hacer el ridículo, profanando el ritual vestido de torear al colocárselo como una burla al que se va a casar y toman como excusa para venirse dos días de juerga a Sevilla. Aparte de buscar turismo de calidad como dice Espadas, me pido, como reclama Beltrán Pérez, que hagamos un descaste de despedidas de soltero. ¿Y por qué tantas en estas fechas? ¿No estamos en el mes de las primeras comuniones? Pues no. Además debemos de estar en el mes de las bodas, porque no he visto tanto gamberreo como las despedidas de soltero de estos fines de semana en Sevilla.
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