Para no empezar amargándoles la mañana, y como esto va de velas, aunque nadie me la haya dado en este entierro de una tradición sevillana, comenzaremos por ellas. Pero en la alegre voz de Juanita Reina, en aquella canción de "La Lola se va a los Puertos", una maravilla de Rafael de León y del maestro Manuel López Quiroga: "A la vela, a la vela, a la vé;/en tus manos el timón y los remos,/ pa que sepan lo que nos queremos;/a la vela, a la vela;/ el que quiera de amores saber,/ a la vela, a la vela, a la vé,/ que se vaya de Cai a Jerez;/a la vela, a la vela, a la vé, Jerez y Sanlúcar;/ esto sí que es canela y azúcar,/ esto sí que es canela y azúcar".
Pues por desgracia esto no es este año precisamente canela y azúcar, sino acíbar, sinsabor, disgusto. Porque hablo de las velas, de los toldos que les llaman los modernos, que desde siempre han dado sombra a las asolanadas calles de Sevilla y que a la fecha que estamos, con el verano recién estrenado, ¿usted las ha visto puestas en alguna calle? Porque al menos por las que he pasado del Corpus a esta parte, yo no las he visto. ¿Qué pasa este año en Sevilla, que aún no han puesto las velas que dan frescor y sombra a sus calles? No hay más velas que las del Corpus en la Plaza de San Francisco y en el andén del Ayuntamiento, que es una maravilla que las dejen puestas todo el verano, como viene ocurriendo últimamente.
De un tiempo a esta parte parece que Sevilla le tiene aversión a la sombra del frescor veraniego. La remodelación del Paseo Alcalde Marqués del Contadero, convertido en una inmensa plaza dura sin un solo árbol, es un monumento a la solanera. Te pones en la maravilla de las cristaleras del restaurante Río Grande y ves que toda la orilla del río, del Puente de San Telmo al de Triana, tiene una hermosa fila de árboles de sombra...que se interrumpe en la reforma que se hizo en tiempos de Zoido, que son como un Homenaje al Tendido 12, del solazo que pega allí, y que han de padecer los turistas que embarcan en los barquitos que les dan un paseíto por el río. Pero es que la entrada al Alcázar, donde las largas colas de turistas en las taquillas, es otro Homenaje al dios Febo (que por cierto tiene hasta su calle en Triana, mientras la sombra no lo tiene en el nomenclátor). La Avenida es un inmenso erial sin una sola sombra de árbol. Como lo es la explanada ante el Palacio de San Telmo. Y la calle Almirante Lobo, tras el arborizoido de talar todos sus árboles, ni te cuento. ¡Con razón Maquedano vende cada vez mas jipijapas! La furia arboricida de Sevilla, donde no se podan los árboles, sino que se talan, nos ha dejado sin sombras arbóreas en estas fechas, y a la fuerza haces oposiciones al cáncer de piel o te tienes que poner Protección 60 en la cara antes de echarte a la calle.
Esto lo arreglaban las maravillosas velas, que recibían tal nombre porque eran las desechadas de los barcos del río, y que, de azotea a azotea, cubrían y daban sombra y frescor a las calles del centro. Las velas producían lo que ahora se llama un microclima. Se echaban por la mañana y se descorrían al atardecer, para que entrara la marea. Últimamente en vez de velas pusieron toldos estables y fijos, que no se corrían, y que por la noche, ay, conservaban toda la calor del día. Pero este año, ni eso; ni siquiera los toldos fijos con anuncios de la Coca Cola en la calle Tetuán, en Sierpes, en la Cerrajería, en la calle Córdoba, en Sagasta, donde estuvieron toda la vida de dios... Febo. Al que se espantaba con esta manera sevillanísima de dar sombra a las calles sin árboles. Y en las otras, esa maravilla de "los árboles que perdimos", como los de la Avenida o los de Almirante Lobo.
¿Nos quedaremos sin velas este año o todo es un retraso a causa de dificultades burocráticas para colocarlas? Sea como fuere, a ver si las ponen cuanto antes. Antes que nos achicharremos pasando por esa calle Tetuán que hay que echarle valor para recorrerla. ¿O es que el Ayuntamiento está a dos velas y no tiene dinero ni para poner los toldos este año?
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