Tras el espectáculo de la entrega de los Goya, en los que, como dijo Alberto García Reyes se habló de todo menos de Sevilla (y de Venezuela, añado), ¿no habíamos quedado en que Sevilla era la Ciudad del Cine? Si es por cine, bastante cámara ha chupado en los Goya el alcalde Espadas, que es el que figuraba, mientras que al presidente de la Junta me parece que lo sentaron en un lugar donde los artistas de la Ceja no hubieran puesto, un suponer, a Sánchez, siendo como es el máximo representante del Estado en Andalucía.

Así que habíamos quedado en que Sevilla, aparte de una ciudad de cine para los que la amamos era la Ciudad del Cine. La de los rodajes de "La peste" y de "Juego de Tronos", por no hablar del legendario "Lawrence de Arabia" en los interiores de la Plaza de España y de la Casa de Pilatos. Y resulta que cada vez hay menos cines. No quiero meterme en el camino de la nostalgia, pero los cines de Sevilla de toda la vida son ahora la sala de maquinitas tragaperras en el Llorens, la Junta en el Coliseo España, una librería en el Imperial o una tienda de ropa en el Palacio Central. El que quiera ir al cine se tiene que ir al Newrvión Plaza, a Los Arcos o a una sala de multicines del extrarradio. Sevilla es una curiosa Ciudad del Cine donde se va a los multicines de Dos Hermanas, de Camas o de Bormujos. Y, por el contrario, no dejan de abrir teatros. O salas a las que llaman teatros. Es nuestro sino: abandonar lo que entendemos por Sevilla para inventarnos una ciudad que nada tiene que ver con ella y que es la universal que buscan los turistas. De milagro está abierto, y como cine, el Cervantes, el único superviviente de los grandes teatros del siglo XX, que muy bien podía ser devuelto a la vida del arte de Talía en vez de abrir tanto nuevo espacio escénico con vocación de salón de actos inmenso. Sevilla dejó morir el Teatro Alvarez Quintero que con tanta ilusión promovió don Juan Ignacio Luca de Tena; derribó el Teatro San Fernando sin que nadie protestara, en la época de la piqueta; cerró el Teatro Imperial tras convertirlo en cine. Sólo mantiene el municipal Teatro Lope de Vega, y con una programación constante y atrayente. Los demás, todos son nuevos, del Teatro Central al Centro TNT, el Teatro Távora, Viento Sur o La Imperdible. Aparte del Teatro de la Maestranza. O aparte del Teatro Quintero que abrió el Loco de la Colina en el antiguo Cine Pathé. Y aparte de los auditorios que funcionan como teatros, de Fibes al de la Sociedad de Autores, vulgo SGAE.

Por si nos faltaran teatros, ahora, otro más de nueva planta, otra aventura, con unas cúpulas que me recuerdan al efímero Hielotrón, la fugaz pista de patinaje que estaba donde ahora el Carrefour de cerca de Montequinto, en la carretera de Utrera. Este nuevo teatro irá en la calle Torneo, a la que mucha más falta que un teatro, como a todo ese maravilloso paseo que llega hasta el Alamillo, lo que le haría falta es que reparasen el pavimento, que está tal como lo pusieron cuando la Expo del 92, pero tan estropeado que te dan un premio si andas 100 metros sin haberte pegado un tropezón (en sevillano "trompezón") de muerte.

¿Hacen falta en Sevilla tantos teatros? ¿No sería mejor salvar como teatro y devolver a la vida escénica el monumental e histórico Cervantes, declarado Bien de Interés Cultural, o sea, monumento intocable? Me pongo cínico y llego a la conclusión de que en Sevilla no hacen falta tantas cosas nuevas como estamos abriendo, y en cambio deberíamos cuidar muchas de las que estamos cerrando, como los comercios tradicionales. ¿Hacen falta en Sevilla más hoteles, que ya hay más que turistas? Lo raro es que en la calle Torneo vayan a hacer un teatro y no un hotel o una clínica dental. ¿Cuántas clínicas dentales hay en Sevilla? Casi más que muelas tenemos los sevillanos. ¿Y hoteles? ¿Y gastrobares? ¿Y tiendas de zapatos deportivos? ¿Y ópticas? ¿Y edificios enteritos de apartamentos turìsticos? Cuando nos da por una moda no hay quien nos gane. Como tampoco hay quien nos gane cuando nos da por abandonar y degradar, como estamos haciendo cada día, lo que hasta ahora entendíamos por Sevilla.

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