Como en el título de aquella película de Mel Stuart, "Si hoy es martes, esto es Bélgica", si estamos en Sevilla, hoy es Jueves. Jueves con mayúscula. Y con artículo por delante, como los ciriales ante los pasos: El Jueves. El mercadillo al aire libre más antiguo de Sevilla, que le gana al Rastro madrileño por goleada de siglos, pues tiene como pocos ocho encima. El que va desde San Juan de la Palma a la Cruz Verde y que antaño se extendía por toda Anchalaferia, hasta más allá de Omnium Sanctorum. Es tradición que no es que el Jueves se celebre en la calle Feria, sino al contrario. Que la calle debe su nombre a esta Feria semanal que concedió el Santo Rey Fernando III a la ciudad el 18 de marzo de 1254 y que posteriormente reguló el Rey Sancho en 1292. Cuando usted pone un pie en el Jueves, sabe que lo está poniendo en las raíces de la historia comercial de Sevilla. Antes que Puerto y Puerta de las Indias en El Arenal, Sevilla fue fortaleza y mercado cada jueves en la calle Feria. Feria la del Jueves mucho más antigua que la de Abril que concedió Isabel II por la conocida iniciativa de un vasco, José María Ybarra, y un catalán, Narciso Bonaplata. En todo caso, y siempre según la leyenda, la iniciativa del Jueves fue de los moros, pues hay quien sostiene que su existencia es anterior a la Reconquista del Santo Rey.
Escribo del Jueves en jueves porque varios lectores me piden que lo defienda, frente a ciertos rumores de dicen que el Ayuntamiento, con tanto regularlo, quiere acabar con él. Cierto que el Jueves ya no es lo que era. Pero eso no es un mal del Jueves, es de Sevilla entera: ya nada es lo que era en la ciudad. Mas el Jueves sigue manteniendo ese ambiente único de la sorpresa continua que te llevas ante un puesto callejero de trastos viejos. No tanta como la leyenda centenaria que afirma que hubo hasta quien compró allí como cuadro viejo un Murillo. Tanto como un Murillo, no, pero don Juan de Mata Carriazo y Arroquia, el estudioso del Tesoro del Carambolo tras su hallazgo por los albañiles que hacían obras en el Tiro de Pichón, encontró en los puestecillos de la Plaza de los Carros una pieza tratéis, desde entonces llamada "El Bronce Carriazo", y que pueden ver como ilustración en la cubierta de su libro "Protohistoria de Sevilla". Según escribe Antonio Collantes de Terán en la entrada "Feria" del "Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla", al Jueves le dieron fama mundial "visitantes extranjeros y autores nacionales, desde Richard Ford a Manuel Ferrand, pasando por el Barón de Davilier, los Montoto, Blasco Ibáñez, Porlán, Chaves, Mas y Prat, etc.". Y cita Collantes una certera descripción de Chaves: "Una vez a la semana, los jueves, se fragua en medio de la calle un pintoresco mercadillo, un auténtico zoco marroquí, al que acuden los baratilleros de toda Sevilla y venden papel, libros, loza y hierros viejos." Libros... El poeta Joaquín Caro Romero, asiduo visitante semanal, está harto de encontrar por cuatro perras gordas valiosas primeras ediciones dedicadas y firmadas por sus autores a los dueños de esas casas de los abuelos que los nietos levantaron y cuyos tesoros familiares fueron a parar a este rompeolas del Jueves.
Me piden los lectores la defensa del mercadillo del Jueves y la hago como el tesoro histórico de Sevilla que es. No se trata de confinarlo, pues como digo antes llegaba más allá de la Cruz Verde, hasta Omnium Sanctorum. Se trata más bien de volverlo a sus orígenes verdaderos de mercado de viejo, no de degradadas ventas y de desorden. Como cuando Carriazo se encontraba su bronce tartésico, entre el arte del regateo de los precios, que, ay, también se está perdiendo. Aquello que contaba un viajero romántico de nuestros días, tras ver un trato con un chalán en la Plaza de los Carros: "Ni en el mercado de diamantes de Amsterdam he visto a dos comerciantes discutir con tanta pasión como en el Jueves de Sevilla a uno que en la calle Feria vendía en el Jueves un palanganero viejo y a otro que quería comprarlo". Larga vida, pues, para el centenario Jueves fernandino y alfonsí, el que dio nombre a la calle Feria siglos antes de que nadie pudiera confundirla con la de Abril.
Correo
Si quiere usted enviar algún comentario sobre este artículo puede hacerlo a este correo electrónico
