Es lástima que no existan estadísticas de estas cosas, de los verdaderos usos y costumbres del sevillano, de su forma de ser, de su entusiasmo, de su apatía, de sus ganas de trabajar o de no doblarla, que de todo hay: de dar la cara o de escurrir el bulto, como se quejaba aquel cobrador:
-- Yo soy el hombre que más vueltecitas se da por Sevilla. A todo el que le llego con una factura que no paga desde el año de los tiros, me dice: "Ahora me coge usted en mal momento; dése usted mejor una vueltecita la semana que viene"...
Como el cobrador de la historia clásica, han sido miles los sevillanos a los que ayer se les acabó el cuento de pan y pimiento. Sí, los que tenían allá a finales de febrero o por marzo una obligación que cumplir, una roncha que repellar, una factura que pagar, un asunto que resolver y a quien le requería que lo hiciera le dijo:
-- Mire usted,, eso es mejor que lo dejemos para después de la Semana Santa.
Y pasó la Semana Santa, y pasaron los campanilleros de la marcha de López Farfán, y cuando el requeriente se presentó por Pascua Florida ante el remolón para cumplir con lo prometido, le dijo:
-- Mire, con las fiestas hemos tenido mucho jaleo y no he podido hacértelo. ¿Por qué no lo dejamos mejor para cuando pase Feria?
Y ése, ése fue el día de ayer: cuando todo lo que estaba aplazado "para después de Feria" se presentó de golpe: cómo pasa el tiempo y cómo tienen arte los sevillanos para quitárselas de encima. ¿Cuántas llamadas telefónicas se hicieron ayer en este sentido? Sí, esas que decían:
-- Oye, que como me dijiste que dejábamos para cuando pasara Feria ese asunto que tenemos pendiente y ya ha pasado la Feria, te llamo para que me digas cuándo me paso por ahí y lo resolvemos ya de una vez, que esto lleva coleando casi desde comienzos de año.
Pero no se preocupen, que el sevillano remolón tiene salidas para todo. Más salidas que el Sánchez Pizjuán, y sin el retrato del pobre Puerta en la número 16. Porque no existen esas estadísticas que citaba al principio, pero me huele que de las llamadas-tipo como la que acabo de reproducir, seguro que un altísimo porcentaje recibió la siguiente respuesta por parte de los encartados por el almanaque:
-- Mira, es que con esto de las fiestas, entre la Semana Santa y la Feria, como este año han caído tan altas, no he tenido todavía tiempo de arreglarte eso tal como te prometí. Pero descuida, que antes del Rocío lo dejamos todo zanjado y arreglado.
¡Qué magníficas excusas son las fiestas de Sevilla para no cumplir con lo debido! A los remolones, morosos, informales, flojos, remisos, vivalavirgen y demás ralea sevillanísima, ¡qué avío les dan las fiestas! La Semana Santa y Feria sí sabían cuando caían: lejos todavía para tener que dar la cara, retratarse o arreglar el problema que al otro trae a mal traer. Pero es que del Rocío ni sabe cuándo es la fecha. Es más: si es antes del Corpus o después del Corpus. Pero les sirve divinamente para dar largas cambiadas. Las largas cambiadas que se han dado en las corridas de Feria, las de Escribano, las de Roca Rey, han sido nada comparadas con las que estos tíos remolones vienen dando desde que comenzó el año y empezaron a correr los plazos para lo que se resisten a cumplir. No, no es serio. El sevillano no es serio con estas cosas de cumplimiento de la palabra dada. Las palabras se las lleva el viento que le hace dar vueltas al Giraldillo, será por ese símbolo por lo que es tan tradicional de aquí cuanto vengo refiriendo como clásico tela de estos días de la resaca de la Feria. Tanto es así, que ya hay quien cuando se le presente el de la factura pendiente, allá por el Rocío, tiene preparada la excusa: que fijo que antes de irse a Chipiona de veraneo se la paga.
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