Tantos premios se está llevando Pablo Aguado como triunfador de la Feria, que uno con gracia me decía:-
--Pues yo creo que hay un premio que no ha se ha llevado.
--¿Cuál?
--Uno de dominó que convoca una peña taurina de Bellavista. Los demás, todos los ha ganado.
Cómo es Sevilla de tornadiza. Con los premios, justísimos, de Pablo Aguado, hasta se ha olvidado de la fuerza con la que pidieron el rabo para Roca Rey. Y se ha olvidado de la Puerta del Príncipe de El Juli:
-- Eso es que no le perdonan que lleve ya tantas como Curro, y hasta ahí podíamos llegar.
El exitazo de Aguado nos enorgullece a todos. Tanto es así, que mañana sábado, que mata en San Isidro la corrida de Montalvo, media Sevilla y parte de la otra media estará pendiente de Toros Plus, como empujando para que en Las Ventas ocurra como en Sevilla y en Valladolid, que no hay dos sin tres (puertas grandes). A Pablo Aguado le ha ocurrido en Sevilla algo que suele: en menos de horas veinticuatro ha pasado de ser el hijo del difunto Julio Aguado, el que fue hermano mayor del Rocío de Triana, a una esperanza de símbolo para la ciudad. En el Toreo de Sevilla hay un trono vacío desde el día de octubre del 2000 en que Curro Romero dijo su definitivo Sanseacabó en la plaza de La Algaba. Está Morante, claro que está Morante, pero Aguado ha venido a calentar la sucesión en ese trono. Ojalá igual que en Sevilla había gallistas y belmontistas cuando la Fiesta era verdaderamente nacional y arrastraba a las masas, y hacía que la gente empeñara el colchón para sacarse una entrada para admirar a su José o a su Juan, a ver si es verdad que la ciudad se divide ahora entre morantistas y aguadistas. Lo cual será una maravillosa señal de que esto está vivo y que por muchas trabas que pongan los animalistas y los prohibicionistas aquí hay Fiesta para rato.
¿Saben lo que más me llamó la atención de Pablo Aguado en su triunfo con la corrida de Jandilla? Que no lo sacaron a hombros los costaleros profesionales, Curro y El Chino, sino que fueron sus amigos y sus compañeros del colegio y de su carrera de Administraciòn y Dirección de Empresas (ADE). Chavales estupendamente vestidos, como en Sevilla se va a los toros, con su traje y su corbata. Y lo llevaban rodeándolo en triunfo, no esa tristísima estampa en solitario del torero que va a salir por la Puerta del Príncipe y nada más que va con los dos "capitalistas" de peaje.
¿Y saben qué otra cosa me está interesando muchísimo de Pablo Aguado? Que de pronto todos han empezado a hablar de Pepín Martín Vázquez como su modelo. Del olvidado Pepín Martín Vázquez, eslabón hasta ahora perdido en el Toreo según Sevilla. Pasábamos de Pepe Luis a Curro, sin pararnos en aquel guapísimo galán que llevó el toreo sevillano a la película "Currito de la Cruz". Hasta hace unos años, tú decías en Sevilla "Pepín" a secas y no era Pepín Martín Vázquez, sino Pepín Lirola, el abuelo de Rafita Serna. Ni nadie sabía que viendo "Currito de la Cruz" en el cine de verano de Camas soñó con ser torero un muchacho que trabajaba de porquero en Gambogaz y que se llamaba Curro Romero. El toreo de Pablo Aguado ha sacado del olvido a Pepín Martín Vázquez con su pureza y sevillanía sin pinturerismos. Nuevo valor que ojalá se consolide como la cadena del toreo según Sevilla, y que no cumple con las constantes del tópico. Porque diré al final, pero no lo último, que otra cosa que me interesa muchísimo de Pablo Aguado es que no es de la Macarena, ni de la Esperanza de Triana, ni del Gran Poder, ni de Los Gitanos, ni de San Bernardo, ni del Baratillo, de las cofradías oficialmente toreras, sino que es un nazareno de ruán del Lunes Santo, de Las Penas de San Vicente. Así, claro, ha conquistado a Sevilla con su pureza y verdad. Frente al toreo de izquierdo por delante y banda de palio, Pablo Aguado hace un toreo serio y hundo, de ruán y esparto. O sea, Sevilla pura.
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