Esta noche, a las 12, cuando Cenicenta pierde el zapato, termina la campaña electoral para las municipales y europeas del domingo, pues aquí ya cortamos cupón de las autonómicas, para pesar de Susana Díaz y de los días de gloria del Régimen Socialista Andaluz. Hay que hacer un firme acto de fe (por lo civil, como quieren algunos gilipollas que hagan la primera comunión sus niños) para creer que ha habido en Sevilla campaña electoral. Hemos tenido lo menos que se despacha en campaña electoral, entre la Feria y acontecimientos nacionales como la ofrenda del Congreso a los presidiarios separatistas catalanes golpistas elegidos como diputados, a los que la señora Batet lo único que le faltó fue ponerles una alfombra roja a su llegada y traer a una banda de música para que les tocara "Els Segadors", como al resto de los españoles nos tocó los ya-me-entiendes con esa actitud servil ante el independentismo que al prometer el cargo se limpió en las cortinas del hemiciclo, con fórmulas que eran perfectos perjurios.
Así que esta noche termina la campaña electoral para el Ayuntamiento de Sevilla, ¿no? ¡Qué calladito se lo tenían! Salvo cuatro banderolas locas colgadas de las farolas con las caras de unos señores y señoras a los que no tenemos el gusto de conocer, y salvo los buzones hasta la corcha de sobres con papeletas de los partidos (un dineral), en Sevilla apenas se ha notado que el domingo elegimos un nuevo Ayuntamiento, y que esos concejales nos nombrarán a un nuevo alcalde. A muchos de los candidatos no les han visto la cara sus votantes hasta que anoche aparecieron en «El debate a 5 por Sevilla» organizado por ABC y por 7TV, la cadena donde Víctor García Rayo nos dio en directo la Semana Santa de modo que sin movernos de la salita estábamos en La Campana o en la Cuesta del Bacalao. El entusiasmo que ha despertado la campaña electoral de las municipales en Sevilla es, pues, perfectamente descriptible. Pregunte, pregunte hoy a sus parientes, conocidos y amigos los nombres de los candidatos a alcalde por cada partido. Todo lo más le dirán que Espadas vuelve a presentarse y que por el PP va uno guapito de cara que se llama, sí, hombre, verá usted, si tengo su nombre en la punta de la lengua, a ver si me acuerdo... Descuide, que ahora se lo digo.
Y lo más triste de todo no es que la campaña no haya conseguido que conozcamos a todos los candidatos a alcalde, sino que no sabemos el modelo de ciudad que defienden. A lo más que llegamos es a comentar que Espadas tiene a Sevilla muy sucia, cuando Soledad Becerril la tenía como los chorros del oro. Y que por fas o por nefas tenemos un Metro empantanado que ni siquiera merece tal nombre, sin que el Gobierno ni la Junta le den a Sevilla las líneas que hacen falta. Tampoco se ha planteado la realidad de que sería bueno que los que mandan en un extremo de la Avenida, en San Telmo, gobernases también en el otro, en el Ayuntamiento, ya que no tendríamos a la Junta como enemigo de un alcalde socialista al que no creo que le den muchas facilidades. ¿Se percatan que del pacto de las tres derechas para el Ayuntamiento, como se hizo en la Junta, ni siquiera se ha llegado a hablar? Todo lo más se ha llegado a debatir si es bueno o es malo que Espadas saque mayoría absoluta o que tenga que gobernar y que aprobar los presupuestos con los votos de Podemos o de Ciudadanos. Cuyos candidatos y programas tampoco conoce nadie. "Nadie conoce a nadie", como el título de la novela de Juan Bonilla que reescribirá de nuevo como homenaje a la Sevilla de los 90, que me suena a copla del Pali: "Que viva la Sevilla del Noventa".
En fin, una campaña muy rarita, solapada por los problemas nacionales, en la que parece que sólo se presenta el actual alcalde y se trata de votar a su favor o en contra, sin caer muchos en la cuenta que es del mismo partido de Sánchez, que tiene a España como la tiene...
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