ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  9 de julio de 2019
                               
 

Pisos "turispatera"

Hasta ahora les llamaban "pisos patera" a los que estaban por la parte de El Cerezo y zona norte de la Macarena, viviendas donde mediante colchones en el suelo y sacos de dormir se metían quince o veinte inmigrantes, casi siempre con menos papeles que una liebre, cuando el contrato lo había firmado un matrimonio africano o sudamericano que le merecía todas las aparentes garantías al propietario, quien estaba convencido de que le iban a cuidar su propiedad inmobiliaria, sí, sí... ¡Por aquí!

Nos aseguran ahora, y lo creemos tal como se están rodando las cosas en Sevilla, que la fórmula de los "pisos patera" de los inmigrantes ha pasado al turismo de baja estofa y más bajos recursos económicos que tan contentos pone a los políticos cuando se publican las estadísticas de los que vienen a nuestra ciudad. Muchos pisos turísticos, nos dicen, son en realidad "turispateras". En los que, aunque ante la agencia especializada en este turismo barato que los alquiló por una semana afirmaron (por Internet, naturalmente) que iban a pernoctar un matrimonio con su hijo pequeño, resulta que al final se meten diez tíos de borrachera diaria y escándalo nocturno, que dejan el piso como no quieran dueñas y encima cuelgan la ropa en los balcones a modo de tendedero. Y esto es lo que hay, para gran satisfacciòn de los arriba mentados políticos y sus estadísticas turísticas.

La prueba del algodón son las maletas con ruedas arrastradas por las calles, símbolo de la calidad del turismo que nos llega. Cuando usted va de viaje o de vacaciones por ahí, como un señor que es, ¿va a acaso arrastrando su maleta de ruedas en busca de un autobús baratito, con el plano de la ciudad en la mano? No, a usted le llaman un taxi desde el hotel para llevarlo al aeropuerto, y, a poco servicial que sea, es el conductor quien le toma el equipaje para meterlo en el maletero. Usted arrastra su maleta de ruedas si acaso por los largos pasillos del aeropuerto, esos sitios cada día más incómodos y molestos, donde nuestra puerta de salida está siempre tan lejos que suele haber carteles que anuncian que desde donde estás hasta allí se tardan 10 minutos a buen paso. De mudá.

Yo no comprendo este general contento que nos ha entrado en Sevilla con el turismo zarrapastroso que nos ha invadido y con la burbuja de los hoteles de cinco estrellas. ¿Usted sabe que hay un proyecto para hacer de casi toda la Plaza de Molviedro, con el encanto que tiene ahora, cofradía de Jesús Despojado incluida, en un inmenso hotel? Hotel de cinco estrellas, por supuesto. Y si dices, como afirmo, que con tantas cinco estrellas vamos camino de estrellarnos y de convertirnos todos o en camareros o en recepcionistas de fondas, te tachan de derrotista y de antisevillano.

Cuando el Domingo de Ramos o el Jueves Santo llega a Sevilla un visitante, no un turista zarrapastroso de mochila, chanclas, botellas de agua mineral y "piso turispatera", sino un señor, se admira de lo bien vestidos que vamos los sevillanos. Esos mismos, a poco buen gusto que tengan, si vinieran ahora, se sorprenderían de lo mal vestida que va la gente por la calle en veran: el imperio de la camiseta de tirantas y de los calzones cortos. Tanto, que los indìgenas estamos copiando a los turistas chungalés, y cada vez vamos peor vestidos por la calle. ¿Usted se ha fijado que apenas se ven ya señores con corbata, salvo los ejecutivos en horas de trabajo y los empleados del Banco de Santander cuando salen a desayunar a media mañana? Y los trajes se han quedado para las bodas. Todos vamos de trapillo. Nunca en el verano, por mucho calor que hiciera, se vistió en Sevilla tan mal como que se hace ahora. ¡Ay, aquellas chaquetas de mil rayas de Galán, tan sevillanas! Ir con chaqueta, aunque sea sin corbata, es ahora como vestir chaqué... Y aunque hay un Movimiento Pro Guayabera para imponer una especie de colonial y cubana etiqueta de verano, todo lo arrasa este turismo zarrapastroso que nos ha tocado para degradación de Sevilla y de sus veladores con los chorritos de agua pulverizada. Hablan mucho de hoteles de 5 estrellas, pero aquí lo que mayoritariamente padecemos son los tiesos de los "pisos turispateras".

 

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