ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  15 de noviembre de 2019
                               
 

Sevilla, género literario

Es noviembre y es Sevilla. El cielo, como corresponde a la luctuosa festividad del día, está gris, color losa de Tarifa de las Gradas de la Catedral. Desde el Alcázar traen muerto a su alcaide, al delicado cuidador de sus jardines, al que se refugió entre sus muros para soñar una Sevilla siempre imposible. Estoy junto al arquillo que da entrada al Patio de Banderas y tengo en las manos una libreta de gusanillo y un bolígrafo. Estoy haciendo para ABC la información del entierro de Joaquín Romero Murube, cuyos originales manuscritos a pluma, en folios apaisados, he visto tantas madrugadas en el atril de un linotipista mientras los componía y hacía plomo aquella prosa que era como una resistente Torre de la Plata pura de Sevilla contra todos los desafueros que perpetraban.

Y me parece que no ha pasado el tiempo. Y que estoy, cincuenta años más tarde, con aquel bolígrafo y con esta libreta de gusanillo de alambre tomando las notas de lo que fue Romero Murube para Sevilla. Fue Sevilla. Sevilla se fue en gran parte aquella mañana del entierro de Joaquín Romero, cuando ya no vinieron a ABC más folios apaisados escritos con su firme pluma de defensor de la ciudad, de exégeta de sus esencias. Ahora está vacío el atril del linotipista y abierto al cabo de los años el teclado del procesador de textos. No corre irreparable el tiempo. Se ha detenido en la memoria de la ciudad, que lo está recordando como su eterno novio, con aquellos versos que Gómez Salvago, el literario alcalde de Paradas que le ha puesto nombre de escritores prohibidos a las calles del pueblo, está leyendo ahora en el cementerio de San Fernando, cuando los enterradores están cubriendo a Joaquín con lo que debía ser albero de su eterna primavera sevillana: "Señores, tengo una novia/en el aire de Sevilla".

Cernuda le reprochó a José María Izquierdo que tuviera a Sevilla como un "error de amor". Lo que no dijo Cernuda, y lo escribo ahora en esta vieja libretilla de la memoria, es que Romero Murube fue la otra cara del reproche cernudiano a Izquierdo, su biografiado. Lo de Joaquín Romero con Sevilla fue un rotundo "acierto de amor". Lo dejó todo por Sevilla y la siguió en sus torres, en sus compases, en su aire, en su luz, en sus espadañas, en sus tapias de cal y almagra desde su exilio interior del Alcázar. No hay texto de Joaquín Romero en que Sevilla no aparezca. Ay, Romero... ¿Qué tiene ese apellido que en cada Romero, toreo o literatura, está la esencia misma de Sevilla? Es muy difícil encontrar un texto de Romero, poema o prosario, en que no esté Sevilla. Sí, es poesía, es ensayo, es biografía, es pregón de Semana Santa, es divagación, es filosofía sobre la belleza, es artículo de periódico, es defensa de la ciudad querida que se nos va como agua entre las manos. Pero esos textos no pertenecen a género literario alguno. Joaquín Romero Murube inventó a Sevilla como su género literario personal, de ahí su grandeza en el "acierto de amor" que fue su vida. Podía haberse ido al exilio cuando estalló la guerra, como Jorge Guillén, como Antonio Aparicio. Pienso esa ucronía, de un liberal Joaquín Romero, nombrado conservador del Alcázar por la II República, que al comienzo de la guerra se exilia a Argentina o a México. Entonces nadie le habría negado su pertenencia por derecho propio como gran poeta a su Generación del 27. Sus obras hubieran estado editadas y reeditadas por Losada en Buenos Aires o por el Fondo de Cultura Económica en México D.F. Pero prefirió quedarse junto a su amada Sevilla, aunque fuese tragando quina, piropeándola en cada palabra, mostrándonos sus esencias, defendiéndola en cada artículo. Muchos tuvieron que esperar a "Ocnos" para encontrarse con esa Sevilla que Joaquín Romero no sólo había descubierto mucho antes, sino inventado como un género literario que llega hasta nuestros días, cincuenta años después de su muerte tras aquel ciprés en la muralla del Alcázar. (Menos mal, don Joaquín, que no llegaste a vivir y a padecer esta triste Sevilla tuya que perdimos.)

 

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