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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  7 de abril de 2020
                               
 
En la primera pareja de cirios delante de la cruz de guía de Los Estudiantes, Don Eloy con su túnica. El Pali ve pasar la cofradía a la puerta de su casa, en la calle Tomás de Ybarra

La túnica de Don Eloy

Hay veces en que no se reciben cartas, sino páginas inéditas de la Historia de Sevilla, jirones de vida, trozos del pasado que mágicamente vuelven a la vida. Hoy, insólito Martes Santo sin cofradías en la calle, sin Cristo de la Buena Muerte pasando junto a las murallas del Alcázar con el sol alto y el silencio hondo, es una de ellas. Y es tan hermoso y está tan bien escrito el texto que he recibido, que no me atrevo ni a meterle la pluma, ni a cambiarle una coma, porque nada le falta ni le sobra. Es Sevilla pura. Me dice este lector:

"Vestir la túnica de mi padre desde hace ya muchos años me llena de orgullo y emoción. Y qué de recuerdos me trae. Cuántas veces le vi cuando yo aún pequeño, todavía sin edad para vestirme de negro, observaba cada Martes Santo a mi madre ayudarle a ponérsela, para salir en "La Universidad". Así es como entonces llamaban a la Cofradía de Los Estudiantes. Con qué cariño lo hacía y siempre con todos los pequeños detalles. "Nada hay nada peor que un nazareno mal vestido", me decía. "Siempre tiene que ayudar a vestirse a un nazareno, una mujer". Los pantalones arremangados para que no se vean por debajo de la túnica. La cola de la túnica siempre hacia el lado izquierdo del esparto, e indispensable el pañito de negro ruán que tape el feo correaje del esparto.

"Igualmente veía el mismo ritual cada noche de Jueves Santo, para salieran en el Gran Poder. Venía siempre a nuestra casa de calle Jesús 13, don José Ruiz Crespo, para salir de allí hacia San Lorenzo, acompañando a mi padre y a mis hermanos mayores, que ya se vestían de nazarenos con el Señor. Y venía además don Antonio Filpo Stevens, compadre de don Eloy, pero para vestirse de nazareno de El Silencio. Parece que los estoy viendo a los tres, conversando en el despacho de la planta baja, antes de salir de casa. Siempre con la broma sobre el calzado. Mi padre le decía a Antonio: "Vosotros sois más señores, vais con zapatos, y nosotros con sandalias". Yo entonces, pequeño aún, salía con el ropón negro que arrastrábamos en el Santo Entierro, allá por 1966. También salí en El Museo durante tres años, porque en el sótano de mi casa de la calle Jesús, mi añorado hogar, encontré una vieja túnica de esta cofradía que había sido de mi tío Mauricio, hermano de don Eloy.

"En La Universidad fue durante muchos años con los penitentes de la Virgen. Aún recuerdo yo de chico llevarle caramelos que se le habían olvidado en casa. Pero mis recuerdos mejores son sobre todo de sus últimos años como nazareno, siempre de primera pareja de cirios, abriendo la cofradía, con su entrañable amigo don Ramón Rodríguez del Valle. Un buen día de 1973 me dijo que ya tenía edad para salir con el Cristo de la Buena Muerte y con el Señor del Gran Poder. Ese año me vestí con la túnica que había sido de mi llorado tío Curro. Después en 1976, empecé a salir de costalero en Los Estudiantes, junto a mi hermano José María.

"La túnica de mi padre, de ruán auténtico, se la hicieron para salir en el Gran Poder en 1935, cuando tenía 13 años. Cuando llegó el momento en que no se vistió más de nazareno, me dijo que siempre pensó que su túnica serviría para amortajarle, pero que pensándolo mejor prefirió que la misma siguiera saliendo con el Cristo de la Buena Muerte y con el Señor del Gran Poder. Y así ha sido. Además tengo el orgullo de salir en el Gran Poder con el escudo que fue de mi bisabuela, doña Paulina Romero, escudo con más de 140 años. Era cuando las mujeres iban detrás del Señor; el escudo ha perdido su fondo morado y está blanco, ni tan siquiera era Pontificia la Hermandad, sólo lo remata una corona real. Cada Madrugada, al entrar en la basílica, tengo que explicarlo, ya que a primera vista me dicen siempre que ese no es nuestro escudo. La túnica de don Eloy volvió a salir el Martes Santo de 2019."

Hoy, por vez primera en muchos años, no saldrá con el Cristo de la Buena Muerte la túnica de Don Eloy. Pero sí saldrán, con sus recuerdos, tanta vida, tanta Sevilla.

 

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