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ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de abril de 2020
                               
 

Sin temporada de toros

Quiera el Dios del cielo (del cielo Azul Carretería, naturalmente), que a pesar de la desgracia que tenemos encima y de la mundial tragedia colectiva que estamos viviendo, acechados ni más ni menos que por la muerte, tal como suena, no nos abandone nunca a los sevillanos el sentido del humor y, si me apuran, nuestra poquita de guasa. Lo pensaba cuando ayer, en la vuelta a la relativa normalidad de los albañiles trabajando otra vez en las obras y a las fábricas comenzando a funcionar en parte, un correligionario en la fe de las gloriosas trece barras verdes y blancas me decía:

-- Las cosas hay que verlas siempre por el lado positivo, no seas pesimista. Ten en cuenta que, a lo tonto, a lo tonto, con esto de la crisis, el Betis lleva ya más de un mes sin perder.

"Más se perdió el Cuba/y volvimos cantando"... Cómo será de grave la situación, que asuntos que nos parecían que se iba a hundir el mundo cuando los anunciaron, como que ya no había fútbol ni de Primera ni de Segunda, o que no salían las cofradías, o que la Feria se aplazaba a septiembre, o que no habría temporada de toros al menos tal como se anunció en el abono, ahora ya nadie les da la menor importancia. Ni a la propia suspensión de la Liga de Fútbol, a pesar de la guasita de mi amigo el bético y a pesar de que el Sevilla F.C. iba el tercero en la clasificación. Todo eso lo hemos olvidado. Más todavía que la pasada Semana Santa de pasos sin montar y templos cerrados. Sin mirar el almanaque, todos sabíamos que el Domingo de Ramos era el 5 de abril, pero ¿usted sabe cuándo estaba previsto que empezara la Feria? ¡Para acordarnos de la Feria estamos, y de la Noche del Alumbrado! Hay que mirar en el almanaque para saber que la inauguración de la Feria iba a ser el sábado 25 abril. Y menos todavía nos acordamos, ante tanta preocupación letal como tenemos encima, que el miércoles 29 de abril iba a ser la ya habitual fiesta local de Feria, que intercambiarse suele por la del Rey San Fernando del 30 de mayo.

En nada de esto piensa ya la gente. Aparte de los vencejos que también se quedaron el Domingo de Resurrección sin ver a Pablo Aguado (¡guasa!), sólo cuatro abonados muy jartibles piensan en la temporada. Que tal como se están poniendo las cosas, veo que este año nos vamos a quedar sin temporada taurina, en Sevilla y en toda España. ¡Para pensar en la temporada taurina estamos! Y no sólo es la presente temporada la que está en peligro. La crisis del Covid-19 le va a pegar una estocada de muerte a la Fiesta de los toros, por si no estaba ya con media lagartijera en todo lo alto. Me dicen que ganaderos de mucho renombre, de los hierros que piden las figuras, están mandando sus toros al matadero ante la perspectiva de tener que darles de comer un año entero más sin que vayan a lidiarse nunca. Y me aseguran que las dehesas del campo bravo andaluz o charro están llenas de cisqueños que no pudieron ser lidiados en temporadas anteriores, y que con seis yerbas ya no podrán ir en unos carteles que, por otra parte, no se van a anunciar en ninguna plaza, porque está todo el toreo paralizado, aunque nadie hable de la gente del toro como otros grandes parados y perjudicados por la crisis. Ni nadie, por ejemplo, pida para banderilleros, picadores, mozos de espadas, apoderados o chóferes de cuadrillas los mismos beneficios económicos y fiscales que para los autónomos. En el mejor de los casos, esos toros de seis años quedarán "para la calle", como dicen los ganaderos de bravo, para los "bous al carrer" de las fiestas populares del Levante español. Si es que se celebran, que también lo dudo. Así que por exceso de oferta, la carne de toro va a estar, ay, bien barata en los mataderos y la Fiesta Nacional va a salir con una estocada de muerte de la que, tal como estaban ya las cosas, veremos a ver cómo se recupera.

Y encima, admirado Pablo Aguado, torero de Sevilla, te has quedado sin tu gran temperada, la que iba a ser tu reafirmación como esa gran figura nuestra que la ciudad espera desde que hace veinte años está vacante la sede pontificia de Curro Romero. Esta vez, ay, a lo mejor a lo que hay que decir el currista "Sanseacabó" es a la propia Fiesta de los toros.

 

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