ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  11 de mayo  de 2020
                               
 

Robles, qué alegrón

No todas son angustias y aflicciones en estos mal llamados tiempos del Covid. No todas desesperaciones en este tiempo que nos ha tocado, con bola negra, vivir. Sino que hay veces que te llevas unos alegrones tales que no te los crees. Como no me creí el sábado, cuando sonó el teléfono móvil a la hora de los vencejos y como estos aparatos son tan listos, te dicen quién te llama. Y en mi teléfono ponía ni más ni menos: "Paco Robles". Tal como suena. Era Paco Robles en persona quien me llamaba para darme las gracias por lo que me había interesado por su salud tras el accidente vascular que lo tuvo más para allá que para acá y nos hizo echar horas extras de rezo al Señor de Sevilla pidiendo por él, ¿verdad, García Reyes? Cuando le dio el ictus, todos los que lo admiramos y queremos pensamos:

-- Lo que nos faltaba. Por si fuera poco el Covid, ahora a Paco Robles le da un derrame cerebral.

Por lo fino eso se dice "accidente vascular". Y como homenaje al sinigual sentido del humor de Paco diré, como si fuera una de sus ingeniosísimas ocurrencias, que si escribes "bascular" con falta de ortografía, con be, "accidente bascular", la cosa no puede estar más de actualidad. Paco Robles escribiría:

-- Para accidente bascular, con be, el de tantas llenitas que se suben a la báscula del cuarto de baño tras las dos semanas de confinamiento y ven la de kilos que han puesto comiéndose el manso y medio Mercadona. ¡Eso sí que es un accidente bascular!

Muchos amigos y compañeros me han llamado en estas largas semanas de la enfermedad y hospitalización de Paco, primero en la UCI a pique de un repique y luego ya, gracias a Dios, en planta del Virgen del Rocío, para preguntarme cómo estaba mi querido Micer Francisco Robles. Como el undécimo es no molestar, más que a sus hijos o a su mujer, llamaba cada tarde a mi querido Alberto García Reyes, que me daba la novedad. Muchas tardes malas: "La vida sigue igual, pero sigue". Pero también muchas otras con Esperanza (con mayúscula, claro), me iba informando de los avances: que si le habían quitado la respiración artificial, que si ya empezaba a hablar, que si lo habían levantado, que si comía ya sólidos... Hasta que vino el alegrón final de que le habían dado el alta y Paco estaba donde hay que estar: en su casa. No por confinamiento, como todos, sino por milagrosa recuperación. Óle con óle: qué alegrón más grande me llevé cuando García Reyes me lo dijo. Sólo comparable al que les dije al comienzo, cuando el sábado sonó el teléfono...¡y era Paco Robles en persona quien me llamaba! Con quien mantuve una conversación normal, como en los mejores tiempos, con nuestras bromas marca de ambas casas.

Como Paco Robles sabe latín, sólo puedo decirle lo mejor que le deseo: "Sursum corda". Arriba los corazones, que vas a volver a ser nuestro Paco Robles de siempre, el que tiene el mejor patrimonio de un escritor: lectores. Al que le tenemos envidia cochina por su inmensa capacidad de trabajo. ¿Pero de dónde saca el tiempo este hombre? Aparte de su artículo diario en ABC, pones el programa de Herrera y allí está comentando juiciosamente la actualidad de España. Pones el de Expósito, y allí está Robles. Pones el de Vigorra, y allí está Robles. Y, encima, le sobra tiempo para dirigir la revista "Pasión en Sevilla", porque de cofradías sabe más que quien las inventó. Y le sobra tiempo para sacar sus novelas, como la que publicó sobre Montpensier, o su divulgación de Cernuda o hasta libros enchampelados, como los dos últimos sobre los "frikis". Y para hacer exaltaciones cofradieras o pronunciar el más divertido pregón que escuché nunca: el de los Armaos de la Macarena. O para recopilar una antología de la Semana Santa que está pidiendo una urgente reedición. O para apoyar mil iniciativas. Y de gracia y de arte, toda la del mundo. Santa María la Blanca puro. Y de creérselo, nada. Sabe conservar Paco Robles la pureza del niño de barrio que fue, de la Puerta de la Carne. El me dice de broma que esto de Sevilla es un invento mío. Lo tuyo, Paco Robles, tiene mucho más mérito: sin más ayuda que tus méritos y tu trabajo, te has inventado a ti mismo como símbolo del mejor y más extenso periodismo literario de Sevilla. Y no veas el alegrón que me diste cuando sonó el teléfono y vi que eras tú mismo quien, ya recuperado, me llamaba. Ya mismo te tenemos aquí en ABC otra vez, querido Paco. Y que se mueran los feos.

 

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