ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 23 de junio  de 2020
                               
 

Los títulos nobiliarios falsos

Lo verdaderamente elegante no es decir "es marqués" o "es condesa", sino "es título". Título de nobleza del Reino de España. Otorgado por el Rey y cuanto más antiguo, mejor. Si es el XVIII Duque de Tal o la XIX Condesa de Cual, ni te cuento del abolengo, más rancio que una botella de aceite de hace cuatro cosechas: el origen de ese linaje se remonta a la Reconquista. En Sevilla hay muchos títulos, y basta echar un vistazo al "Elenco de Grandezas y Títulos Nobiliarios Españoles" para comprobarlo. Aunque cada vez lo usan menos quienes lo ostentan. Como aquella criada que a una compañera le decía sobre su señora, marquesa verdadera:

-- No, ella se llama Teresa García. Lo de marquesa es un mote que le dicen.

Aseguran que el Gobierno, en la reescritura de la Historia y la venganza contra el pasado de la Ley de Memoria Histórica, planea quitar unos 20 títulos nobiliarios en Sevilla, otorgados por el Régimen de Franco, pues el dictador usurpó la prerrogativa regia de la concesión de mercedes. Pero lo que no saben ni los de la Memoria Histórica ni los que se oponen con todo derecho a esta pretensión vengativa del Gobierno es que en Sevilla existen los que quizá no haya en ninguna otra parte del mundo y desde luego en ninguna Monarquía europea: los títulos falsos. Esos sí que son motes, y no el que aquella criada decía de su señora. Títulos nobiliarios falsos que han pasado a la pequeña gran Historia de la Ciudad, otorgados no por el Rey, sino por la guasa de Sevilla, que en algunos casos la clavó. Títulos muy curiosos, porque, al contrario de los verdaderos, no son hereditarios. Cada titular de un marquesado o condado falsos de Sevilla son cabeza de estirpe, que termina con ellos. No tienen herederos. No hay, por tanto, pleitos entre hermanos para ver si el título falso de la guasa, con Grandeza de Sevilla, lo hereda el varón o su hermana, que es la mayor y primogénita. Títulos que han pasado a la leyenda sevillana, como los dos grandes de la Peña Er 77, su caseta de Feria y su tertulia moyatosa de Casa Morales: el Marqués de las Cabriolas y el Conde de las Natillas.

Marqués de las Cabriolas no fue un título español, sino hispanoamericano. Fue otorgado a Luis Martínez Vice, que como torero y banderillero anduvo medio mundo, América incluida. Y que en el Carnaval de Montevideo, primo hermano del gaditano, a modo de aquí Rey Mago, encarnó en una cabalgata a un personaje muy popular allí, que equivale a lo que en la Tacita es el Dios Momo: el Marqués de las Cabriolas. Algo tan de guasa como el Alcalde de Sol en los tendidos de los Sanfermines. Así que Martínez Vice, que era un señor muy serio, cobrador de La Previsión Española, pero muy amante del cachondeíto fino, regresó a España de su aventura taurina americana con el título de Cabriolas ya concedido. Y luego ratificado por Sevilla, al fundar en el Bar Gonzalo la Peña Er 77, la de "bebe a gusto y orvía los disgustos", la que se "moralizaba" con tinto de Valdepeñas en Casa Morales, definitiva casa solariega de su título y peña. Y que siempre tuvo a su lado al Conde de las Natillas, título que se ganó porque era pastelero en el obrador de la Confitería La Campana.

Guasa para expedir títulos falsos siempre sobró en Sevilla, aunque esta costumbre, ay, se esté perdiendo. A uno que tenía un negocio de alquiler de sillas en Triana le pusieron el Duque de la Enea. A Lucy Prescott, una profesora de inglés que se ponía ciega de tinto todas las noches donde Cabriolas, le pusieron la Condesa de Morales. En toda la sociedad, junto a los títulos verdaderos, se respetaba y apreciaba al Barón de la Castaña, educado, donjuanesco, elegante. Pero últimamente, como digo, como si hubiera una Memoria Histórica interior perdida, Sevilla ya no pone de guasa títulos nobiliarios falsos. El último que he sabido se haya concedido ha sido el de Marquesa de los Monos. Quizá algún lector conozca algún otro reciente, me lo comunique y podamos darlo a conocer. Porque es una pena que se pierda esa guasa sevillanísima. Estos títulos nobiliarios falsos y no hereditarios que Sevilla concede sí que no puede quitarlos el Gobierno aunque quiera y hayan sido otorgados durante el franquismo.

 

 

 

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