ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  10 de julio  de 2020
                               
 

Alfonso Eduardo

A su contemporáneo en la renovación de la música Luis Eduardo Aute teníamos que decirle Aute para que supiéramos quién era, no bastaba con lo de Luis Eduardo. Le pasaba todo lo contrario que Alfonso Eduardo. Con sólo citar su nombre compuesto, y más si tenías sintonizada la Radio Vida de los Jesuitas, la emisora para estudiantes que puso el padre Linares en los altos de la residencia de la Compañía en la calle Jesús del Gran Poder, con entrada por Trajano, ya sabías que estabas refiriéndote a Pérez Orozco. Hacía mucho tiempo que no sabíamos nada de Alfonso Eduardo, y hasta lo dieron por muerto, cuando está, muy delicado, en la la Residencia de Mayores Reina Sofía de Las Rozas, pero gracias a Dios, vivo y a ver si vuelve pronto a dar guerra. Alfonso Eduardo es como los que canta Benito Moreno, de esos "que se van de pronto sin anunciar que se han ido". Hacía tiempo, mucho tiempo, que no sabíamos nada de quien fue tanto no sólo en aquella Radio Vida que fue una verdadera Facultad de Ciencias de la Comunicación para una generación de sevillanos, aparte de una Escuela de Cine en su cine-club. La última vez que leímos algo sobre Alfonso Eduardo fue por vía familiar. En el sabatino "Reloj de Arena" que José Félix Machuca le hizo a su hermano José María, sí, el de la gorrilla y buscada pinta de cateto, el catedrático de Instituto que con tanto talento como gracia defendió las hablas andaluzas, de manera que aún anda rulando por You Tube una genial intervención suya en defensa de nuestro léxico, nuestra fonética y nuestra prosodia. Dos hermanos listos, listos, listos de Montellano. El uno, catedrático de Instituto; el otro, innovador en la radio, en la televisión, en el cine, en lo que se pusiera. Lo que ahora llamamos un emprendedor.

Pienso ahora en el primer Alfonso Eduardo, a quien conocí junto a otro de su profesión, época y estirpe, a Jesús Quintero, antes que al Loco lo subiera Paco Cervantes a la Colina de RNE y antes que a Pérez Orozco se le quedara pequeña Sevilla y la presentación de canciones y se fuera a los Madriles a hacer televisión sobre temas de cine. Antes, en Sevilla, había llenado nuestras tardes juveniles de picú y microsurco de Casa Damas con su programa "Hit Parade", que luego se llamó "Es grande ser joven". Para mí que en la estela de aquella "Discomanía" de la SER que inventó Raúl Matas, un chileno llegado a España. Ahora que lo pienso, los avances de la radio de España fueron a base de chilenos: chileno era Bobby Deglané, chileno Raúl Matas.

Alfonso Eduardo fue voz imprescindible en aquellos tiempos en que Radio Vida era una emisora libre que iba por libre, ajena a la radio oficial, mucho antes de que, como de los Jesuitas que era, se integrara en la Cope, en la Cadena de Ondas Populares Españolas. Como Gonzalo García Pelayo, Alfonso Eduardo sabía conectar con los oyentes más jóvenes. Y con mayor mérito, porque no ponía discos traídos de la base de los americanos, eran todas melodías de las casas de discos de aquí, de los grandes éxitos de San Remo y de otros grandes festivales de la época. Aquella Radio Vida en la que ahora hallamos tanta muerte de tanta Sevilla desaparecida (como la reciente del jesuita Padre Manuel Alcalá y de su Cine-Club) se le quedó pequeña en el comentario de discos a Pérez Orozco, que se fue a Madrid para volcarse en sus dos otras grandes pasiones: el cine y el flamenco. Había sido en 1981 el animador y creador del primer Festival Internacional de Cine de Sevilla, el que nos dejó una foto insólitamente histórica: el muy serio alcalde Manuel del Valle sentado en el Lope de Vega al lado de Sylvia Kristel, la actriz pseudoporno de "Emmanuelle".

Y luego vinieron sus programas de cine junto a Alfonso Sánchez, el de la voz carrasposa, en Televisión Española, y su final dedicación al flamenco, en el que ganó fama y premios, y de lo que sabía más que muchos flamencólogos oficiales. Y que acabó recalando en Canal Sur con "Arriate" y "Las Andalucías". Como ven, la vida y la obra de un sevillano inquieto, inteligente, dominador como pocos de la radio y de la televisión, que salió de esa verdadera Facultad de Radio a la que algún día habrá que hacerle justicia y que fue Radio Vida. Ay, qué cerca está llegando la muerte generacionalmente a los recuerdos de Radio Vida...

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