ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  17 de octubre  de 2020
                               
 

Confinamiento del euro

Me tengo, quizá exageradamente, por observador de la realidad como símbolo de lo que está ocurriendo en nuestros derredores, de los cambios que se producen en nuestra sociedad, de las nuevas mentalidades dominantes. Soy observador por libre y, como diría El Beni, "sin trincá". Es decir, que no estoy colocado como paniaguado o encarnetado en ninguno de esos Observatorios de las cosas más insólitas e inútiles que se montan los partidos políticos y las instituciones públicas para colocar a enchufados y para tener en nómina las rentables cuotas electorales de estómagos agradecidos.

Tengo montado por libre el Observatorio de la Moneda de Euro. No sé si usted es de los maniáticos míos en este caso, pero cuando tras un pago me dan una vuelta en suelto y con monedas de euro, me gusta mirar de qué país son estas piezas. Llevas en el bolsillo o en el monedero media Unión Europea si lo observas, con euros acuñados por Francia, Alemania, Bélgica, Italia, por Holanda o por esos países últimamente incorporados a la moneda común europea de los que no nos sabemos ni los nombres.

Y en este Observatorio llevo anotado que el aislamiento a que nos ha sometido la pandemia, con el cierre de fronteras, la reducción o práctica desaparición de la actividad aérea internacional y de la movilidad entre países y la virtual desaparición (una ruina) del turismo, que hace cerrar hoteles a porrillo, ha repercutido, y de qué manera, en las monedas de un euro que te dan en las vueltas. Antes, sobre todo en la Zona Cero del Parque Temático del Turismo en Sevilla, tomabas café, o desayunabas o comías en un bar o un restaurante, y si pagabas en efectivo, en la vuelta te daban las más raras monedas de un euro, con las señas y cuños de que eran de Portugal, de Francia, de Alemania, de Italia. Nos las conocíamos. Las monedas de un euro de Alemania, por ejemplo, tienen una imagen que a los que conocimos a los grises nos recuerdan el antiguo escudo de la Policía Armada, reciclada por la democracia en Policía Nacional. Veías en estas monedas de las vueltas las caras de la Reina de Holanda o del Rey de Bélgica. O los símbolos de la República Francesa. Por no hablar de las monedas de dos euros, que en España son de circulación bastante infrecuente y que en otros países europeos son casi más usadas que las de un euro.

Como la "falsa monea" de la copla, de mano en mano iban, porque esas monedas de euros de otros países que te daban en las vueltas eran las que habían traído en sus bolsillos hasta Sevilla los turistas. Sobre todo, como he dicho, las monedas de dos euros, que casi todas las que te daban en las vueltas eran monedas alemanas, o francesas, o italianas.

Inciso: esto del dinero físico no hay quien lo entienda en las medidas precautorias contra el contagio del covid. Hasta ahora decían que era preferible pagar con tarjeta de crédito, y algunos establecimientos incluso lo exigían, porque decían que el papel moneda era transmisor del virus y había que evitarlo y, desde luego, lavarse las manos inmediatamente tras tocarlo. Pues bien: ahora dicen que las tarjetas de crédito sí que son portadoras de virus y hay que tener cuidado con ellas, que el bichito permanece en el plástico todavía más que en el papel moneda. ¿En qué quedamos?

Pues quedamos en lo que veníamos diciendo: que, signo evidente del aislamiento internacional a que estamos sometidos, causa de todos nuestros males económicos, cada vez te dan menos monedas de euros de otros países en las vueltas. Ya, ni en los escasos bares y restaurantes que resisten como gato panza arriba heroicamente en la zona turística, o en los comercios del centro. Observen las monedas de euro que le dan, las que lleven ahora mismo en el bolsillo y verán como casi todas son ya de las acuñadas aquí en España, con las caras de los Reyes, de Don Juan Carlos I o de Don Felipe VI. A lo mejor todo lo que he dicho es una tontería, fruto de mi Observatorio Sin Tricar, y de mi manía de mirar los euros que me dan en las vueltas, pero para mí que es un signo más de la depresión económica y del aislamiento internacional que estamos sufriendo. El euro también está confinado.

 

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