ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  9 de noviembre  de 2020
                               
 

Tirititrán, Trump, Trump

Es lo que les pasa a los populismos, que al final terminan cantando la gallina y se dan la mano, sean del signo que fueren, de derechas o de izquierdas. "Transversales", que se dice ahora con esa palabra que el Tertulianés puso de moda y no hay quien pronuncie sin que sea acompañada por otros extraños inventos léxicos, como "empoderamiento" o "sostenebilidad". Que esto de "sostenible", de sostén, no sé, pero a mí me suena a escaparate de vieja corsetería de señoras de la calle Francos, donde la víspera del Corpus adornaban con motivos eucarísticos las fajas y la ropa interior de dama.

Digo que esto es lo que le pasa los populismos porque al final el magnate del Imperio de las barras (sin cerrar como aquí) y estrellas, el tocayo del pato de Walt Disney, Donald Trump, ha roto en antisistema, denunciando sin pruebas el escrutinio de los votos en los Estados donde se la jugaba con Joe Biden, que parece un señor mucho más serio. La verdad que es ahora, pasado su mandato, me parece que el millonario del tinte camomila rompió en chufla desde el primer momento. Sobre todo, con la vuelta al aislacionismo de la economía americana, que habrá puesto de dulce, pero que a los productores andaluces de aceite, aceituna y vino (como señalaba aquí antier Luis Montoto con pelos y señales) nos ha hecho más daño que el que beneficio producido por el mantenimiento de la Base de Rota como el escudo antimisiles que trajo al personal norteamericano que ha alquilado para todo el año tantos chalés de Vistahermosa y de las urbanizaciones del Puerto de Santa María.

Que ahora Joe Biden levante ese aislacionismo de brear a aranceles a los productos andaluces será para nosotros, dentro de la crisis, como un remedio. Se acabó que las grandes aceiteras andaluzas, ¿verdad, Juan Manuel Blázquez querido?, para librarse de esos aranceles, tuvieran que exportar en productos sin embotellar, en bidones, y comprar empresas de Estados Unidos para envasar allí y librarse del cerco de restricciones de Trump.

Menos bailar la "Macarena" de Los del Río, y porque ya no estaba de moda, Trump ha hecho en su mandato y en su campaña las tonterías más increíbles que pensarse pudieran. ¿Pues no que nos salió al final negacionista de la pandemia, como los antisistema que asaltan las tiendas de Decathlón y desvalijan las bicicletas, o queman los contenedores para enfrentarse en barricadas con la Policía? Eso de recomendar inyectarse lejía (pero de Los Tres Sietes) para atajar el virus maldito no se le ocurre ni al que asó la manteca. La pandemia se ha llevado por delante al negacionista Trump, que sin las cifras de estadounidenses muertos, hospitalizados y contagiados a los que no les echaba cuenta hubiera quizá barrido. Tan ridículo ha sido este triste final antisistema del emperador de la Casa Blanca que me acuerdo de la copla de Carlos Cano: "Hay que ver Maribel, la cosa como estaría,/ que hasta Joe Biden salió cantando por alegrías". Sí, Trump era un chufla. Lo sabían en la Casa Blanca, pero ahora ya se ha enterado el mundo entero. Eso, por alegrías: "Tirititrán, Trump, Trump".

 

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