Cuando el Cortinglés es estableció en la Plaza del Duque, el comercio tradicional de Sevilla, las calles de compras de toda la vida, especialmente Francos o incluso Sierpes, sufrieron un duro envite. El pequeño comercio tradicional, para subsistir, se tuvo que especializar. Aquel genio del comercio y de las técnicas de venta, creador de aquel nuevo emporio, el que trajo a la tarjeta de crédito, don Ramón Areces, se lo comentó un día a mi hermana Pilar Burgos la zapatera:
-- Al comercio de siempre no le queda más remedio que especializarse si quiere subsistir. Es como si tú te especializaras en vender sólo zapatos del pie izquierdo.
Pero cambiaron los tiempos, y a las grandes superficies, con las ventas por Internet, les llegó a su vez en duro envite de la competencia de las compras telemáticas. Todo el mundo se tuvo que adecuar a las ventas a través del ordenador, de la tableta o del teléfono móvil, a las aplicaciones que le das a un botón, buscas lo que andas necesitando, "de un alfiler a un elefante", y te aparece al intente y puedes comprar con un simple click. Eso sí, ofreciendo antes algo que a algunos nos aterra: el número de la tarjeta de crédito, cosa que nos resistimos hacer no vaya a ser que lo averigüe un hacker y te deje la cuenta corriente más pelada que la cabeza de Kiko Matamoros. Los grandes almacenes, las grandes superficies, hasta los pequeños negocios, se han tenido que adecuar a estos tiempos en que no tienes que ir a la tienda, sino que, Currito, le das al botoncito y en menos de horas veinticuatro tienes en tu casa lo que hayas comprado.
Y en esta moda, la supremacía es de Amazon, que nos ha traído a Sevilla por cierto un centro logístico de distribución que da empleo y crea riqueza. Antes los grandes de los grandes en Internet eran Facebook, Instagram, Twitter. Ahora le gana a todos Amazon, poder enigmático que no sabemos dónde radica y que le ha echado la pata a emporios anteriores como eran el del propio Bill Gates, la General Motors, el Bank of America u otros grandes gigantes estadounidenses de la economía. -
Hablo de Amazon, y elogiosamente, porque un guasón anónimo de los que abundan en las redes sociales ha dicho algo que nos hace pensar: que no habría problema alguno de vacunación si la Unión Europea se la hubiera encargado directamente a Amazon. Que la eficaz Amazon se hubiera encargado de comprar las vacunas, de distibuirlas, hasta de ponerlas. Todo el mundo estaría ya más que vacunado, como nos llega hoy a mediodía el pedido que encargamos ayer tarde. No habría colados, porque todos tendríamos ya la vacuna puesta. Lo que sí hay que reprocharle de veras a Amazon es que los raudos repartidores nos traen el paquete precisamente a la sagrada hora de la siesta, haciéndole la competencia a la niña de Vodafone.
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