ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  14 de febrero  de 2021
                               
 

Las patas de la mentira

Dicen que la mentira tiene las patas muy cortas. Debe de ser en otras naciones, porque en España, desde que Sánchez fue investido presidente de aquella manera que dijimos, la mentira ha dado un estirón importante, y cada día la vemos correr los 100 metros y, además, ganar la carrera a la verdad. O al menos, empatar con ella, que hace falta el "foto finish" que nos ofrecen abundantemente los altavoces del frente social-comunista para que ambas, la verdad y la mentira, tengan el mismo valor. Esto, hasta ahora, solamente ocurría en las redes sociales, donde algunos tenían que molestarse en sobreponer a la frase o a la imagen en cuestión la palabra "fake", falso, para que no cayeran en la trampa los incautos.

Sánchez, con sus socios podemitas de Gobierno, le ha cogido la horma al zapato de esta lamentable pérdida de valores que experimentamos en España. ¿Es lo que los españoles nos merecemos? Pues pensándolo fríamente, quizá. Aquí se empezó engañando al votante de buena fe del PSOE, que se creyó que Sánchez representaba lo que el partido fue siempre, una organización que en los momentos graves sabía sobreponer los intereses de España a los propios de sus siglas. Pero ese votante quizá ahora defraudado y harto de coles, se encuentra con que está gobernando un partido distinto al que votó, radicalizado a la izquierda, como echándole un pulso diario a sus socios podemitas, para ver quién hace o dice una barbaridad mayor en materia de destruir lo que extendíamos por España con la concordia de la Constitución de 1978, con la separación de poderes, con la Monarquía parlamentaria, con la lealtad de las comunidades autónomas al proyecto común de nación administrativamente centralizada.

Vean, por ejemplo, lo último de la charlotada verbal continua en que Pablo Iglesias ha convertido a su España: dice que aquí no hay una democracia perfecta, aunque él sea su vicepresidente. Y cita a Su Majestad, y cita al Consejo del Poder Judicial, y cita todo lo citable, menos al abandono del ejercicio del mando en la más grave crisis sanitaria, económica, laboral, social, política que ha padecido España. Y el presidente Sánchez, callando y cogiendo el Falcon para ir a la campaña de las catalanas cada lunes y nada martes, da por buenas las palabras de Iglesias. Echa por delante a Carmen Calvo (que suele hacer un lío y convence menos que el Tío de la Rebequita que informa de la pandemia), y a Margarita Robles, que algún día sabremos la de sapos que ha de tragar en Defensa para que estos igualadores de la mentira y la verdad no acaben con el espíritu y los valores de nuestras constitucionales Fuerza Armadas. Cada vez que Sánchez calla en una charlotada de sus socios podemitas, iguala la mentira con la verdad. Y lo peor es que la gente lo cree. Y Sánchez calla cada día y se dedica al endiosamiento del poder en la Moncloa. Hoy son las elecciones catalanas, cuando hoy es la verdad o la mentira de la fórmula que tiene apañada Sánchez para perpetuarse en el poder sin tener que ejercerlo, haya "efecto Illa" o no lo haya.

 

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