Esta Sevilla no hay quien la entienda. Y con la actual crisis sanitaria y económica del covid, menos. Y mira que algunos le hemos echado horas para observarla y tratar de comprenderla. Pasas por el centro, o por Los Remedios, o por Nervión, e igual que el Carlos Ruiz Zafón escribió la saga de "El cementerio de los libros olvidados", esto, no en ficción, sino de verdad, de triste verdad, es el cementerio de los negocios quebrados y cerrados por la crisis. Bueno, pues a pesar de ello, se sieguen abriendo restaurantes e incluso bares, que ya hay que echarle valor, tal como está la cosa. Excepto las terrazas. Cuando pase la crisis, la hostelería sevillana tendrá que hacerle un homenaje en condiciones, un monumento mismo, al velador. Clamábamos contra los veladores, que no podías dar un paso sin tropezarte literalmente con ellos y ahora han sido los que han venido a salvar muchos negocios de la hostelería, o por lo menos para darles para ir tirando y no tener que inscribirse en ese cementerio sin Ruiz Zafón que citaba antes.
Pero es que con los hoteles cerrados, con el Colón sin que salgan coches de cuadrillas porque no hay toros, seguimos leyendo que siguen los proyectos para abrir nuevos hoteles. De cinco estrellas todos, naturalmente. ¿Pero esto qué es? Quiero interpretarlo de la manera más optimista posible: que los grandes inversores ven ya la luz al final del túnel de la crisis, cosa que a nosotros nos sigue teniendo en la más completa oscuridad de la desesperanza, y que se lo pregunten si no al que esté en un ERTE porque trabajaba en un hotel que ha cerrado.
¿Y las residencias de estudiantes? ¿Cuántas residencias de estudiantes se están construyendo? Lo que fue el Club Antares es ya una residencia con cuatro bloques como los del edificio de Los Diez Mandamientos. ¿Dónde habrá estudiantes para llenar tantas residencias, y más en este tiempo de teleclases, sin enseñanza "presencial"? ¿A qué precios tirados van a dar la habitación de estudiante, con la competencia que va a haber? Y casi todas en La Palmera, cerca del campus de Reina Mercedes, como si no hubiera centros universitarios en otras partes. Leerían que en el numero 17, en el gran solar con piscina que perteneció a la familia Solís, ya tiene cubierta aguas una residencia de estudiantes más. Como en la esquina de La Botella, en lo que fue la casa de los Beca. Como se ha pactado para lo mismo la casa número 9, un gran chalé que perteneció a los Benjumea. Toda La Palmera se está llenando de residencias de estudiantes, que nos hacen recordar los tiempos en que en Sevilla apenas había más colegios mayores que el Hernando Colón; que la RUS, residencia universitaria salesiana que luego fue Colegio Mayor San Juan Bosco; o los del Opus, el viejo Guadaira o Almonte, aparte del Santa María del Buen Aire para chicas. Le pregunté a don Antonio Delgado Roig un día cuántos arquitectos había en Sevilla y me dijo sabiamente: "Más que albañiles". Si Don Antonio viviera, la preguntaría ahora cuántas residencias de estudiantes va a haber y me diría: "Más que estudiantes".
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