ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla,  4 de mayo  de 2021
                               
 

El arte de la cola

El covid nos ha traído algunas, aunque pocas, cosas buenas. Por ejemplo, una evangélica preocupación por el prójimo. La pregunta de estos días, a medio aprecio que se le tenga a alguien, es:

--¿Te has puesto ya la vacuna?

Y si te dicen que sí, la repregunta:

-- ¿Pero la segunda dosis también?E--

Te lo preguntan todo: qué marca de vacuna te pusieron, cuándo tienes que volver, si te ha hecho reacción, si tuviste que guardar cola. Ay, la cola... Con la pandemia hemos perfeccionado bastante el arte de la cola. El sevillano no era mucho de la cola, salvo aquellas históricas "colas del petróleo" de las que nos hablaban nuestras abuelas, o de las colas de las cartillas de racionamiento. Pero eran colas de postguerra, colas de la penuria. Luego, normalizada ya España y vuelta Sevilla a la normalidad (pero a la normalidad de siempre, no a esto de la "nueva normalidad" que se inventó Sánchez para mentir y engañarnos una vez más), la cola volvió a su la variante local sevillana: "la vez". Llegabas al rebujón del mostrador del puesto de calentitos de Alfonso en la Macarena, pongo por caso, y preguntabas:

--¿Quién da la vez?

-- Usted va detrás de este señora...

"La vez" era el turno, la ordenación del rebujón descontrolado, donde los más osados y con menos vergüenza llevaban siempre las de ganar. Luego vino la Expo del 92, cuyas colas para entrar a los pabellones se hicieron famosas. En la Expo el sevillano practicó para siempre la teoría y práctica del arte de la cola. Ahora que se celebra el trigésimo aniversario del Teatro de la Maestranza tenemos, a modo del Carbono 14 del cadáver de la niña encontrado en el Alcázar, la prueba arqueológica del "ante quem" y el "post quem" del arte de la cola. Una cola en Sevilla es lo más divertido, por lo que se escucha que se le ocurre decir a la gente que espera. Una cola clásica, a mano. Porque ahorra hay colas mecánicas, de las que tienes que ir a una máquina a sacar el numerito, como en la charcutería de Alcampo. Esto de las colas por numerito empezó en la Jefatura de Tráfico para renovar el carné de conducir. Sacas tu numerito y tienes que estar en una cola la mar de rara: la cola sentada. Todo el mundo sentado con el papelito en la mano y mirando en la pantalla a ver si sale su número y a qué ventanilla lo mandan. La cola sentada con numerito lo mismo te la encuentras en las oficinas de la Seguridad Social que en el laboratorio de la Clínica del Sagrado Corazón.

Y ahora ya, la novedad supermoderna y precautoria que hemos aprendido con las medidas antivirus: guardar cola en pie, sin numerito, pero con separación de la distancia social del metro y medio hasta en las cajas de Zara. Si te acercas más de la cuenta, el mismo que va delante te dice que te alejes y guardes la distancia. Si será sevillano esto de las variaciones del arte de la cola, que hasta tenemos la bata de cola y la túnica de cola. Sin numerito y sin distancia social.

 

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