ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 12 de mayo  de 2021
                               
 

19 árbitros, 19

Con tal de quitarse de encima el problema de la responsabilidad ante la pandemia, no han sabido qué hacer a la hora del vencimiento del Estado de Alarma y le han largado el mochuelo iba a decir a las autonomías, pero en realidad no ha sido así. Las autonomías de hecho no son soberanas para adoptar medidas y restricciones en beneficio de los ciudadanos y contra los contagios. Por suerte no le han largado el mochuelo a la Policía, tanto a la Nacional como a la Local. El caso era quitarse de encima toda responsabilidad, desaparecer del mapa, y hasta Fernando Simón, el de la rebequita, como portavoz oficial de la catástrofe del poder ha anunciado que aquí nadie sabe lo que va a pasar. Si iremos a una quinta ola o si perderemos la cuenta de ellas, a la vista de que todo se base en una quimera: la responsabilidad de los ciudadanos. Nada más alejado de la responsabilidad que el desmadre de la Nochevieja de Mayo del fin de la pandemia y las calles llenas de gente bailando la conga de Jalisco, como celebrando un triunfo, como si hubiéramos echado al Estado de Alarma, para cuya sustitución no había ni Plan B ni previsión alguna, ni nada de nada. Sólo que cada cual rece lo que sepa, porque veremos cómo se pone la presión hospitalaria después que hayan pasado los días desde el 9 del fin de la alarma para que el virus dé la cara entre esas Puertas del Sol de toda España llenas de lo que es la mayoría ante estos casos: irresponsables.

El remedio que ha buscado el Gobierno de Sánchez lía aún más este caos. Un caos en que hasta podría hacerse un concurso televisivo, en plan Pasapalabra, preguntando cómo ha quedado la situación en cada una de las autonomías: ¿Pueden cerrar a las 12 los bares de La Rioja? ¿Cuántos invitados a una boda pueden asistir en Murcia? ¿Pueden abrir las discotecas y bares nocturnos de copas hasta las 2 de la mañana en Cantabria?

Pero este caos tan bien organizado, donde es imposible que nadie sepa las normas que van a regir en cada autonomía, de distintas y a veces contradictorias que son, no es nada comparado con el mochuelo largado a los jueces. Han convertido al poder judicial en ejecutivo a efectos de medidas sanitarias. Por muy usía ilustrísima que sea, ¿qué sabe un magistrado de un regional tribunal superior de justicia sobre el confinamiento de un término municipal que da una preocupante cifra de contagios? Así estamos ya contemplando este increíble desfile de opiniones de los tribunales. Es lógico. El mochuelo de los medidas contra la pandemia largado a los jueces es como si en un partido de fútbol hubiera 19 árbitros. Cada uno con su opinión. Como lo de la mano y los penaltis en las actuales normas de fútbol, pero en asuntos graves. El juez que ve razones para el toque de queda está pitando el mismo partido en que lo prohibe. ¿Y el Supremo? Pues al Supremo lo han dejado como el VAR de este partido con 19 árbitros, los 19 tribunales superiores de justicia. Que seguramente, como ocurre con el VAR, ve algo distinto a lo que quieren pitar cada uno de los 19 árbitros, 19.

 

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