ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


ABC de Sevilla, 24 de mayo  de 2021
                               
 

El flamenco es de Madrid

Las relaciones de Andalucía con Madrid siempre han tenido algo de amor y de odio. Y más después de la Constitución que nos trajo el Estado de las Autonomías, que realidad sirvió para arrebatar poder a Madrid, en un Estado centralista, y dejarlo como el gordo de Navidad suele salir: "Muy repartido". El Ave creo yo que nos reconcilió con Madrid, objeto de las reivindicaciones autonomistas de Andalucía, hasta el punto de que por aquellos años yo publiqué un librito que se titulaba "Libelo contra Madrid", al que, en el sentir de la época, culpaba de todos los males. Pero últimamente las cosas han cambiado y ahora, en muchísimas cosas, envidiamos a Madrid, empezando por su régimen fiscal y terminando por las oportunidades de trabajo y las ayudas al emprendimiento de ideas que crean riqueza. Y más todavía tras las últimas elecciones autonómicas, donde ha aumentado nuestra envidia, al ver que ya no sólo Andalucía es capaz mediante las urnas de acabar con casi cuarenta años de hegemonía socialista, sino en que en Madrid, contra lo que todos pensaban, han conseguido dos cosas a cuál más insólita, como empezar el cambio de ciclo en el régimen de Sánchez y conseguir que Pablo Iglesias se vaya de la política a ganar el dinero en otra parte.

Dicen que ha surgido un "nacionalismo madrileño" de esas elecciones que ganó Isabel Díaz Ayuso con tantos alegrones para el resto de una España que querría lo mismo, pero yo no lo veo. Ni falta que hace. Madrid piensa demasiado en España entera como para que se ponga como los catalanes o como nos pusimos los andaluces, que para mí fue un error, cuando corrrimos a gorrazos al pobre de Lauren Postigo por su lema de "andaluz, este no es tu referéndum".

Pero una cosa es el "nacionalismo madrileño" y otra la metedura de pata hasta el corvejón, supongo que dentro de las reivindicaciones de ese sentimiento, de la diputada del PP en la recién elegida Asamblea de Madrid, Almudena Negro, quien ha dicho, y aguanten la risa, por favor: "«Cosas que no se saben: El flamenco nace en Madrid. Y no sólo nace en Madrid, sino que el 95% de los artistas de flamenco, de ese Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, salen de Madrid». Así que ya lo saben: José Mercé es de Orcasitas y la seguiriya nació en la Puerta de Toledo. Lo de Antonio Mairena está equivocado: es Antonio Fuenlabrada, y Lola Flores nació en el mismísimo Chamberí. Pepe Marchena es de Las Rozas, entrando, a mano derecha y sus cuatro muleros que van a río se dirigen, naturalmente, al Manzanares.

La barbaridad es tan grande, que esta señora del PP que ha puesto Negro sobre blanco la verdadera historia del flamenco le ha enmendado la plana a Ricardo Molina y a todos los estudiosos del flamenco, que tenían la brújula equivocada. Puesta a dar por saco a los andaluces, podía habernos echado en cara que de aquí, de Alcalá la Real, era el creador de la sardana moderna, José María Ventura Casas. Así que ya lo sabe usted, señora Negro: el flamenco no nació en Madrid, pero la sardana la inventó un andaluz.

 

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